Vox ha decidido romper sus pactos de gobierno con el Partido Popular en todas las comunidades autónomas donde compartían poder, lo que representa un significativo quiebre en las relaciones entre ambas formaciones. Esta decisión se tomó después de que el PP aceptara la llegada de 347 menores migrantes no acompañados, como parte de un acuerdo con el gobierno central. La formación de Santiago Abascal ha interpretado esta medida como una «agresión» hacia su política de rechazo absoluto a la inmigración ilegal, una postura que siempre ha sido uno de los pilares de su ideología.
Los vicepresidentes de Vox en las diversas autonomías, incluido Juan García Gallardo en Castilla y León, anunciaron que presentarán su dimisión y que pasarán a la oposición, lo que augura un panorama político inestable en estas regiones. «Vox cumple y pasa a la oposición ante los Gobiernos que fomentan la inmigración ilegal», afirmó el partido en un comunicado que fue ampliamente difundido en sus redes sociales, acompañado de un anuncio del propio Abascal.
Santiago Abascal fue especialmente crítico con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, acusándolo de «torpedear» los acuerdos entre ambas formaciones en las autonomías. Según Abascal, Feijóo ha cedido a las presiones del Gobierno central, poniendo en riesgo la seguridad al aceptar el reparto de menores migrantes no acompañados, lo que a su juicio no hace más que alimentar el «efecto llamada» que incrementa la llegada de inmigrantes a España.
El secretario general de Vox, Ignacio Garriga, también expresó su descontento, subrayando que el Partido Popular «ha aprobado la legalización de 500.000 ilegales y ahora quieren meter menas en las regiones». En este sentido, Garriga remarcó que la situación ha llegado a un punto de no retorno para su partido, dejando claro que no permitirán que estas políticas se implementen sin resistencia.
La decisión de Vox de abandonar los gobiernos autonómicos en los que participaba representa un terremoto político en España, que podría tener repercusiones a nivel nacional. La ruptura entre Vox y el PP pone en peligro la estabilidad de varios gobiernos regionales y podría afectar futuros acuerdos electorales entre ambos partidos, lo que beneficiaría a sus adversarios políticos.
Por su parte, desde el PP, la reacción no se hizo esperar. Fuentes cercanas a la dirección del partido han acusado a Abascal de buscar protagonismo y de actuar de manera oportunista, intentando obtener rédito político a costa de un tema tan delicado como la inmigración. Sin embargo, esta ruptura también ha intensificado las voces dentro del PP que abogan por un endurecimiento aún mayor de su discurso sobre la inmigración, lo que ha generado un debate interno sobre la dirección que debe tomar el partido en este tema.
La relación entre el PP y Vox, que ya venía deteriorándose, parece ahora estar en un punto de quiebre. La cuestión migratoria, que inicialmente sirvió como un punto de encuentro entre ambas formaciones, ahora se ha convertido en el principal motivo de su distanciamiento, con Vox exigiendo un cambio radical en las políticas migratorias del PP como condición para cualquier futuro apoyo.
