El Rey Prudente es el nombre que le ha encumbrado la historia española, sin embargo sus enemigos le denominaban como el Demonio del Mediodía, un fanático religioso capaz de implementar el catolicismo y su corrupta Iglesia a golpe de acero, sangre y fuego. Un rey austero que hizo de España el “Tíbet de Europa”, es decir, un reino aislado del mundo, prohibido y reacio a recibir cualquiera influencia del exterior llegando a considerarla como hereje. Una España como un lugar donde la Inquisición se encargaba da de perseguir y destruir cualquier cosa ajena al dogma ortodoxo.
Claramente no fue tal cosa… Entonces, ¿Cuál fue la prueba? La razón está en dicha obra escurialense, pues no se confunda. Este no fue un plan incoherente, sin orden o fruto de un sueño desmedido; fue un plan divino que ayudado por las artes mágicas estaba proyectado en 20 años cuyo objetivo era la eternidad.
La reencarnación del Rey Salomón
Este edificio que es a la vez iglesia, palacio, monasterio, biblioteca, panteón y colegio es al fin y al cabo, el templo más grande que la Cristiandad ha visto jamás. La culminación de una obra mandada construir por lo que realmente Felipe II se veía a sí mismo: un nuevo Rey Salomón.
El Rey Salomón es uno de los reyes más famosos del Antiguo Testamento, hijo de David, recibió una visión en la que Dios le mostraba la Ciudad de los cielos o Ciudad celeste; tras eso mando construir el Templo de Jerusalén del que hoy solo queda el famoso Muro de las Lamentaciones. Además, según la tradición hebrea así como posteriormente para las corrientes esotéricas, el Rey Salomón fue un poderoso un rey sabio que ostentaba una gran biblioteca en su templo, una biblioteca llena de códices de todo tipo de conocimientos incluidas estas llamadas sabidurías esotéricas o ciencias sagradas, por lo que se le consideraba desde tiempos medievales un mago por excelencia y un gran alquimista, el nigromante por antonomasia que había creado escuela.
Por ende, Felipe II siguió las medidas que aparecen en la Biblia y mandó a su arquitecto Juan Bautista de Toledo a que mandase construir su gran obra con las mismas medidas que el Templo de Jerusalén: una obra salomónica que sellase ese portal que interconectaba las fuerzas celestiales con las fuerzas telúricas.
Para más inri, hizo de su biblioteca uno de los centros de acumulación del saber más grandes de la historia, pues Felipe quería ser una autoridad espiritual que estuviese a la altura de un rey que hace de su reino un centro sagrado del mundo. Para ello se rodeó de un equipo, de un comité de sabios, de una orden secreta conocida como El Círculo del Escorial
A estas alturas se puede deducir que nada fue producto de la casualidad. Desde su juventud, la carta astral que el médico y astrólogo de su padre le hizo, dictaminaba la necesidad de seguir su destino en base a la posición y las energías de los astros para lograr su misión sagrada de ser un paladín de Dios en la tierra. El astro de su nacimiento era Saturno (de ahí su gusto por el negro) y era menester que la obra comenzase y finalizase en un periodo de 20 años, entre las dos conjunciones planetarias de Júpiter y Saturno. Curiosamente además, el rayo como manifestación del dios romano Júpiter, marcó la búsqueda del lugar de manera providencial a través de una tormenta.
Así en la tierra como en el cielo
En relación al lugar donde se halla el Escorial, un lugar donde se conectan las fuerzas del cielo y la tierra, la astrología y la alquimia tienen mucho que ver, pues ambas disciplinas comparten una misma visión del mundo, una misma cosmovisión. Por un lado, la astrología habla de la influencia de las energías del cosmos y los astros con las de los elementos de la naturaleza y los seres vivos, y por tanto si se sabe, se puede buscar la conexión entre dichas energías. Por otro lado, el lema de la alquimia lo resume en lo siguiente: lo que es arriba es abajo.
Esto quiere decir lo mismo que decía la filosofía de Platón: el mundo terrestre e inferior es un reflejo del mundo celestial y superior. Al fin y al cabo, tanto la astrología y como la alquimia defienden que lo que ocurre aquí también ocurre allí. Es por esto que el ser humano necesita hacer de la tierra un mundo que se parezca al mundo celestial, buscar la inspiración que les ayude a construir el Reino de Dios en la tierra; y el Círculo del Escorial sabía todo ello en pos de la búsqueda de la piedra filosofal, pero eso damas y caballeros será en un próximo episodio.