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13 Oct 2024
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Líbano e Israel: devastación en zona de conflicto

Netanyahu ha traspasado las fronteras de su país vecino desatando una guerra en Oriente Próximo tal y como ocurrió en 1982 y en 2006
Edit de Netanyahu en El Líbano

Imagen: Jesús Barrera I Diario Hércules

El 1 de octubre de 2024, Israel lanzó una ofensiva terrestre en el sur del Líbano como parte de la operación «Flechas del Norte», en el marco de la creciente escalada de enfrentamientos con Hizbulá. Tras una intensa campaña aérea, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) iniciaron un ataque «selectivo y limitado», apuntando a infraestructuras y objetivos terroristas de la milicia chií, considerados una amenaza inmediata para los asentamientos israelíes cercanos a la frontera. El mismo día, el ejército libanés realizó un «reposicionamiento» en puntos estratégicos del sur, mientras que Israel declaró la zona como un área militar cerrada.

El portavoz de las FDI, Daniel Hagari, explicó que la operación tenía como objetivo impedir un ataque similar al de Hamás del 7 de octubre, citando la incautación de mapas y depósitos de armas que apuntaban a un plan llamado «ocupación de Galilea». A pesar del inicio de las operaciones terrestres, Hizbulá negó la incursión israelí en su territorio, intensificando la incertidumbre sobre la situación en la región.

Tras varios reveses, destacó la eliminación de Ibrahim Akil, comandante de la fuerza de élite Redwan, y la destrucción de varios dispositivos de comunicación del grupo. Además, los ataques aéreos israelíes destruyeron bases y depósitos de armas del grupo terrorista en el sur del Líbano, debilitando la estructura operativa de la milicia.

Sin embargo, este no es el primer conflicto que enfrenta a ambos territorios.

Gráfico: Instituto internacional de estudios estratégicos (2023) I El Independiente

Primera Guerra del Líbano

El 6 de junio de 1982, las Fuerzas de Defensa de Israel lanzaron una invasión en el sur del Líbano, en lo que denominó la «Operación Paz para Galilea», un conflicto que pasaría a la historia como «la primera guerra del Líbano». El objetivo era expulsar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) del territorio libanés, tras el intento de asesinato del embajador israelí en el Reino Unido, Shlomo Argov, por el grupo Abu Nidal.

El enfrentamiento entre Israel y el Líbano tenía sus raíces en la década de 1970, período en el que Israel llevó a cabo varias incursiones militares contra grupos armados palestinos y contra Hizbulá. Uno de los primeros episodios relevantes fue la «Operación Litani» en 1978, en la que Israel ocupó una franja del sur del Líbano, situada al sur del río Litani. Más de 1.000 civiles perdieron la vida durante esa ofensiva.

En respuesta, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó resoluciones instando a Israel a retirarse y estableció una fuerza internacional provisional para supervisar la retirada y restablecer la paz en la zona. Israel se retiró parcialmente en junio de 1978, manteniendo el control de una «zona de seguridad» en la que contaba con el apoyo de una milicia cristiana libanesa, el Ejército del Sur del Líbano (ESL), al que proporcionaba asistencia militar y económica.

La ofensiva israelí de 1982 y el asedio a Beirut

Durante el verano de 1982, Israel lanzó una nueva ofensiva contra el Líbano, en esta ocasión tomando el control de Beirut. La capital libanesa fue sitiada y bombardeada durante dos meses, hasta que las fuerzas de la OLP aceptaron retirarse. Este avance militar israelí se produjo bajo el nombre de «Paz para Galilea».

Durante la ocupación de Beirut, Israel permitió que milicias cristiano-falangistas ingresaran a la zona oeste de la ciudad, donde se encontraban los campos de refugiados de Sabra y Chatila. El 16 de septiembre de 1982, dichas milicias perpetraron una masacre que resultó en la muerte de aproximadamente 3.500 refugiados palestinos, un evento que sigue siendo recordado como una de las peores atrocidades del conflicto.

Las tropas israelíes mantuvieron el control de Beirut hasta julio de 1983, cuando se retiraron al río Awali, al norte de la ciudad de Sidón. Sin embargo, la zona comprendida entre este río y la frontera israelí siguió ocupada hasta 1985, momento en el que las fuerzas israelíes retrocedieron nuevamente a la llamada «zona de seguridad».

Durante esta ocupación, las fuerzas israelíes enfrentaron la resistencia de numerosos grupos armados libaneses, muchos de ellos pertenecientes a la comunidad chií del sur del Líbano. Entre estos grupos emergió Hezbolá, fundado en 1982, que se consolidó como una fuerza clave en la lucha contra la presencia israelí.

Las relaciones entre las distintas milicias libanesas no siempre fueron armoniosas. Las tensiones entre las facciones, caracterizadas por rivalidades internas, dieron lugar a enfrentamientos armados entre los propios grupos libaneses. Estos conflictos se extendieron durante la década de 1980 y culminaron con la firma del Acuerdo de Taif en 1989, promovido por la Liga Árabe, que puso fin a gran parte de las hostilidades internas del Líbano.

Guerra de 2006: Israel y El Líbano

La guerra de 2006 entre Israel y el Líbano, también conocida como la «guerra de julio» o la «segunda guerra del Líbano», fue un conflicto que afectó durante 34 días al Líbano, el norte de Israel y los Altos del Golán. Este enfrentamiento, que tuvo lugar entre el ejército israelí, el ejército del Líbano y la facción armada de Hizbulá, comenzó el 12 de julio de 2006 y concluyó el 14 de agosto, tras la entrada en vigor de un alto el fuego establecido por la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU.

El conflicto causó entre 1.191 y 1.300 muertes libanesas, mientras que las bajas israelíes ascendieron a 165 personas. Además, los ataques dañaron gravemente la infraestructura civil libanesa y provocaron el desplazamiento temporal de aproximadamente un millón de libaneses y entre 300.000 y 500.000 israelíes.

El 11 de agosto de 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la Resolución 1701, con la que buscaba poner fin a las hostilidades. La resolución, aceptada por ambas partes, instaba a la retirada de las tropas israelíes del Líbano, el desarme de Hizbulá y el despliegue de soldados libaneses junto con una fuerza ampliada de la ONU (FPNUL) en el sur del país. Esta fuerza internacional recibió el mandato de utilizar la fuerza para eliminar cualquier actividad hostil en su área de operaciones y resistir cualquier intento de interferencia en sus labores.

El 17 de agosto, el ejército libanés comenzó su despliegue en el sur del país, y el 8 de septiembre, Israel levantó el bloqueo. Para el 1 de octubre, la mayoría de las tropas israelíes se retiraron a su frontera, aunque algunas unidades permanecieron en la aldea de Ghajar, que está situada a ambos lados de la frontera. No obstante, ni el gobierno libanés ni la FPNUL procedieron al desarme del grupo terrorista, lo que generó una tensión latente tras el conflicto.

Contexto de la guerra

La crisis que estalló en 2006 se desarrolló en un contexto distinto al habitual dentro del conflicto árabe-israelí. La retirada unilateral de Israel de la Franja de Gaza en septiembre de 2005 y la victoria de Hamás en las elecciones legislativas de enero de 2006 marcaron un nuevo escenario. En las semanas previas al conflicto israelo-libanés, se registró un notable incremento en el lanzamiento de cohetes Qassam por parte de grupos palestinos desde Gaza hacia objetivos israelíes, lo que provocó intensas represalias de Israel, causando numerosas bajas entre la población palestina.

El 24 de junio, las tensiones en Gaza se intensificaron cuando las fuerzas israelíes capturaron a dos palestinos, identificados como Osama Muamar, un médico de 31 años, y su hermano Mustafá, de 20 años. Según el ejército israelí, ambos estaban vinculados a Hamás. Al día siguiente, un grupo de milicianos palestinos respondió cruzando la frontera entre Gaza e Israel a través de un túnel de 250 metros, atacando un puesto militar israelí. Durante el asalto, dos milicianos palestinos y dos soldados israelíes murieron, mientras que otros cuatro soldados resultaron heridos. El cabo israelí Gilad Shalit fue capturado durante la incursión. Los captores de Shalit solicitaron un intercambio por prisioneros palestinos menores de 18 años, de los cuales había alrededor de 400 detenidos por Israel entre los 10,000 presos palestinos. Sin embargo, en lugar de negociar, Israel detuvo a más de 30 políticos vinculados a Hamás y atacó varias infraestructuras y ministerios en Gaza.

En medio de esta ofensiva israelí en Gaza para recuperar al soldado capturado, Hizbulá lanzó un ataque desde el Líbano, causando la muerte de ocho soldados israelíes y capturando a dos más, lo que intensificó aún más el conflicto. Analistas como David Hirts interpretaron que había una intención implementar una nueva estrategia en el marco del conflicto árabe-israelí, con el objetivo de apoyar a Hamás, que en ese momento se encontraba bajo presión en Gaza. Por otro lado, algunos políticos y expertos, como el líder druso libanés Walid Jumblat, vincularon estas acciones con una maniobra de distracción relacionada con la negativa de Irán a cumplir con las exigencias de la ONU sobre la suspensión de su programa nuclear.

Armamento utilizado

Durante el conflicto, ambos bandos utilizaron armamento no convencional, en violación del derecho internacional humanitario. Hizbulá, empleando tácticas de guerrilla, lanzó misiles con munición de fragmentación contra la ciudad de Haifa, que Israel afirmó eran de origen iraní, aunque existe consenso sobre el suministro sirio e iraní. Además, utilizó misiles antitanques, como el RPG-29 de fabricación soviética, logrando dañar 52 tanques Merkava, cinco de los cuales fueron destruidos completamente.

Israel, por su parte, aprovechó su superioridad aérea y utilizó principalmente bombas antibúnkeres en sus ataques sobre Beirut, dirigidos a infraestructuras civiles. También hizo uso de bombas de fósforo blanco, admitiendo su empleo únicamente en objetivos militares, aunque se sospechó que también afectaron a población civil. A pesar de las denuncias sobre el uso de bombas de uranio empobrecido, una investigación de la ONU desestimó esa acusación. Asimismo, las bombas de racimo empleadas por Israel causaron daños incluso después de finalizadas las hostilidades.

Las Fuerzas de Defensa de Israel también impusieron un bloqueo marítimo sobre el Líbano mediante su flota de guerra, que realizó ataques con misiles de forma intermitente. En tierra, sus fuerzas contaban con divisiones acorazadas, utilizando tanques Merkava de fabricación local y armamento de última generación para la infantería, incluida la participación de unidades élite como la Brigada Golani.

Antecedentes de los conflictos

Aunque las guerras de 1948 y 1967 no afectaron directamente el territorio del Líbano, miles de palestinos se refugiaron allí tras ser expulsados de sus tierras. Aproximadamente 140.000 llegaron luego de la primera guerra, y ese número aumentó a 400.000 tras la segunda guerra y la expulsión de Jordania en 1971, representando así el 15% de la población libanesa. El sur del país se convirtió en un bastión para la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y sus brigadas de Fatah, que, tras varios choques con el ejército libanés, lograron un acuerdo secreto que les permitió moverse con libertad. Los ataques de los fedayines desde el sur del Líbano hacia Galilea provocaron represalias israelíes, como el bombardeo del aeropuerto de Beirut. Además, Israel empezó a armar a las Falanges Libanesas cristianas, lo que, sumado a las tensiones religiosas e ideológicas, contribuyó al estallido de la Guerra Civil Libanesa en 1975.

El conflicto se agravó con las intervenciones militares de Siria en 1976 y de Israel en 1978 y 1982. La invasión israelí de 1982 resultó en la expulsión de la OLP hacia Túnez, lo que creó un vacío de poder que intensificó la guerra civil. El país quedó dividido en zonas de influencia, con grupos partidistas controlando territorios de manera casi autónoma. Entre ellos, Hizbulá, financiado y armado por Irán, dominaba el valle de la Bekaa y emprendió una lucha armada para expulsar a Israel del Líbano. Israel, por su parte, se replegó a una «franja de seguridad» en la frontera sur, apoyándose en el Ejército del Sur del Líbano (SLA, por sus siglas en inglés), una milicia patrocinada por Israel.

La firma del Acuerdo de Taif en 1989 marcó el final de la guerra civil, reflejando los cambios demográficos ocurridos durante el conflicto. Los cristianos maronitas, que representaban el 29% de la población en 1932, se habían reducido al 23%, mientras que los chiíes aumentaron al 31% y los suníes al 27%. Aunque la mayoría de las facciones acordaron desarmarse, tanto Hizbulá como el SLA se negaron a hacerlo. En el año 2000, Israel se retiró del sur del Líbano hasta la Línea Azul, la frontera internacionalmente reconocida y demarcada por la ONU, lo que resultó en el colapso del SLA. Hizbulá tomó rápidamente el control del área y continuó hostigando a las fuerzas israelíes a lo largo de la frontera, utilizando la táctica de capturar soldados israelíes para intercambios de prisioneros, como el que se llevó a cabo en 2004.

El estallido de la guerra

Ese mismo día, el grupo terrorista confirmó, a través de su canal de televisión Al-Manar, que había capturado a dos soldados israelíes, afirmando que la operación se llevó a cabo en territorio libanés cerca de Aitaa al-Chabb. Mientras tanto, Israel sostuvo que el ataque ocurrió en su propio territorio y acusó al gobierno libanés de ser responsable. En respuesta, el ejército israelí lanzó la Operación Recompensa Justa, su primera gran ofensiva en el Líbano desde su retirada en el año 2000. La operación incluyó bombardeos masivos sobre infraestructura civil y militar, dejando decenas de civiles muertos y bloqueando el país por aire y mar.

En febrero de 2007, durante la Comisión Winograd, el primer ministro israelí Ehud Ólmert reveló que la captura de los soldados activó un plan de contingencia preparado meses antes, el cual preveía una intervención a gran escala en el Líbano. Olmert defendió su decisión, basada en evaluaciones de sus altos mandos militares, quienes advertían que Israel perdería su capacidad de disuasión si no respondía a la captura de sus soldados. Sin embargo, parte de la población israelí interpretó la respuesta como una reacción apresurada y carente de experiencia militar, mientras que el jefe del Mossad, Meir Dagan, señaló que había pedido retrasar la operación.

La ofensiva israelí generó reacciones mixtas en la comunidad internacional. Naciones Unidas criticó la magnitud de la respuesta, considerándola un uso excesivo de la fuerza, mientras que Hizbulá declaró la guerra abierta a Israel. Esta declaración fue inicialmente rechazada por el primer ministro libanés, Fuad Siniora, aunque la violencia continuó escalando en las semanas posteriores.

El 20 de septiembre, el ministro de Defensa de Israel, Amir Péretz, declaró que Israel pretendía completar la retirada de tropas del Líbano ese mismo fin de semana. El Ejército dijo que se había retirado de más del 80% del territorio conquistado durante la guerra, cediéndolo a los cascos azules de la ONU, bajo la misión de pacificación FPNUL II, una versión ampliada de la existente en el área.190​

El 30 de septiembre, las tropas israelíes cruzaron la frontera sur del Líbano, iniciando la fase final de su retirada, cumpliendo con la resolución de la ONU que puso fin al conflicto con Hizbulá, según informaron fuentes de seguridad israelíes. Autoridades militares señalaron que esperaban completar la retirada de sus fuerzas antes del inicio de Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío.

El 1 de octubre, la ONU confirmó que el ejército israelí había abandonado las últimas posiciones que mantuvo por más de dos meses en el sur del Líbano, con excepción de un área fronteriza estratégica, de la cual se esperaba retirarse la semana siguiente. Israel informó que mantendría su presencia en el sector de Ghajar hasta alcanzar un acuerdo sobre seguridad con los cascos azules de la ONU y el ejército libanés, que ya estaban desplegándose en la zona.

Pese a su retirada casi completa, Israel lanzó una advertencia a Hizbulá, quien se resistía a desarmarse. Dan Halutz, jefe de las fuerzas armadas israelíes, afirmó que, si se acercaba a la frontera armado o intentaba reconstruir sus infraestructuras destruidas, utilizarían todos los medios a su disposición para impedirlo.

Esta retirada marcó un importante paso en la aplicación de la resolución de la ONU, aunque la situación seguía siendo tensa, con ambos bandos mostrando desconfianza. La comunidad internacional observaba con cautela, mientras el Líbano intentaba restablecer su estabilidad en el sur del país, bajo la vigilancia de las fuerzas internacionales.

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