Hércules

Registrarse

|

Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

|

22 Oct 2024
22 Oct 2024
EN VIVO

¡Farsante! ¡Charlatán!… No eres de los míos

Porque, sinceramente, un poco hasta las gónadas he acabado estas últimas semanas tras tener que aguantar que a uno le llamen desde farsante a charlatán

Un consejo. Que no soy yo quien para dárselos, y harán bien en no hacerme caso, faltara o faltase. Pero… si tienen en estima su salud mental; si no se encuentran en el mejor momento de ánimo personal; si están en un período algo depres; o si son propensos a la ira, o lo puedan ser, que de tanto pisar la cola al ratón, al ratón le salen dientes… En serio. Háganme caso. ¡Huyan de las Redes Sociales! Especialmente del Mordor donde los celestes pajarillos han devenido en los Nazgûl alados. Aquellos que piaban y trinaban en esa que, precisamente, se llamaba Twitter, que en español es algo así como el lugar donde se pía. Donde se trina. ¡Y vaya si se trina! Que parece que hemos olvidado que en español «trinar» es rabiar, enojarse, enfadarse. Vamos, ¡que avisados ya íbamos pese al aparentemente inocuo piolín azulete, que tenía sin embargo la misma mala leche escondida en su inocente imagen, como el que hacía rabiar al bueno del gato Silvestre. ¡Santo varón, sólo igualado al permanentemente malherido Coyote en el uso de los inservibles productos ACME contra el tocategumentos de otro pajaruelo infecto como era el Correcaminos! Si es que ya lo dice el dicho castellano: «Ave que vuela, ¡a la cazuela!». Y por más que el nuevo baranda del invento, el Amancio Ortega tecnológico del Elon Musk (y, por tanto, igual de odiado, que eso de ser rico y no serlo uno, siempre tiene mala fama), nos haya querido advertir de manera obvia poniendo una «X» bien grande como aviso, como en aquellos cines guarretes de la Transición, que no hay manera. ¡Ahí que seguimos tragando el porno violento de trolls, bots y gilipuertas con nombre y apellidos! Que al menos a estos hay que reconocerles el valor para quedar urbi et orbi, como lo que son.

Y muchos son una panda de soberbios cuya mayor cualidad es moverse en su campana de eco, entendiendo la red social como un lugar donde su onanismo se vea jaleado por una serie de acólitos babosos que acuden a la llamada de las palabras proferidas cual si ante la zarza ardiente de Moisés se encontraran. Y aunque son laicos y comecuras en general, resultan más fanáticos que un buen yihadista, quedándome la duda de si su bilis vertida en sus publicaciones, no son sino freudianos sueños lúbricos de lo que realmente quisieran hacer al objetivo de su odio. Obviamente si tuvieran las suficientes criadillas para decir lo que escriben mirando a los ojos de a quienes vituperan. Sorprende la cantidad de doctores y académicos que podemos ver en los perfiles no anónimos que van de abusón de colegio (que es mucho más castizo que eso del bullying, que suena a restaurante caro de espuma de nitrógeno de natillas de humo de solomillo deconstruido), pero que desconocen la Tercera Ley de Newton. Y que se creerán inmunes a un encuentro casual en el mundo real contra el que se arrogan el derecho de difamar e insultar como si fueran olímpicos hijos de Alétheia, de Veritas, y que le cambiarían el paso al mismísimo Heidegger. ¡Buenos son ellos!

Ustedes, que son gente avispada y con criterio, cosa obvia siendo lectores de El Redil de Gerión cada semana, me da que lo mismo habrán colegido que todo esto que les cuento algo tendrá que ver con mi aparente desaparición de la mencionada Corrala 2.0 de marras. Pues no les digo yo que no. Porque, sinceramente, un poco hasta las gónadas he acabado estas últimas semanas tras tener que aguantar que a uno le llamen desde farsante a charlatán (vamos a obviar otras lindezas e incluso amenazas físicas), como me han tildado de tal historiadores (sic) y profesores (resic) como Antonio Espino o un tal Lucio Martínez Pereda; o que colegas politólogos como Arantxa Tirado me tache de blanqueador imperialista, o mi compi de clase, Juan Carlos Monedero, de «provocador que orina desde la ventana». Todo un clamor por haber salido en un programa de televisión conducido precisamente por alguien abiertamente de izquierdas como Xabier Fortes, que libremente me dejó expresarme y hablar de Historia, y al que agradezco siempre conmigo su confianza. Pero, claro, uno no es historiador. Como tampoco lo son, por cierto, Ángel Viñas (economista) o Álvarez Junco (politólogo). ¡Y líbreme Dios de querer compararme ante tamaños cátedros! Pero historiadores tampoco son… y todos los que salen a pedir papeles como si estuviéramos en el Checkpoint Charlie cuales estrictos «vopos» comunistoides, Halt! Papieren!, pues si hablan ellos, todos callados como colipoterras.

Que aquí no hablamos del qué sino del quién. Y todo esto me recuerda aquella frase de una zarzuela que algunos dicen que era de Voltaire (la frase, no la zarzuela), y que me decía mi padre que le decía el suyo de «El pensamiento libre proclamo en alta voz, y muera quien no piense igual que pienso yo». Y, francamente (con perdón), de vez en cuando viene bien autocensurarse como aquel que se va de vacaciones para mandar al guano a la mediocridad que viene a rodearle. Y es lo que he hecho, además de reflexionar sobre muchos a los que he visto maltratar en esa a veces malhadada red asocial, la mayoría desde el cobarde anonimato, en un lugar donde, todo hay que decirlo, también he encontrado a personas maravillosas, tanto virtual como personalmente, a lo largo del tiempo. Pero como una vez publiqué en un trino, citando a Patrick Rothfuss, «recuerda, hay tres cosas que todo hombre sabio debe temer: la tormenta en el mar, las noches sin luna y la ira de un hombre amable». No veía muchos sabios últimamente. Pero tampoco tengo ya más ganas de ser amable.

Comparte la nota

Deja un comentario

Noticias relacionadas

Economía para progres

El control de precios o chaladuras como la de comenzar una huelga de alquileres solo...

Maleducados, intolerantes y necios

Me preocupa, me preocupa que se pierdan las cosas buenas de este mundo....
No hay más noticias
Scroll al inicio

Secciones

Secciones