El pasado martes, la Comunidad Valenciana se vio golpeada por una serie de inundaciones letales que causaron una devastación incalculable. Esta tragedia pone en el punto de mira la efectividad de los sistemas de alerta hidrológica con los que cuenta la región, especialmente el Sistema Automático de Información Hidrológica , una infraestructura que depende del Gobierno central y que requiere una inversión anual de más de 2 millones de euros para la zona de la cuenca del Júcar. Pese a esta gran inversión y a la capacidad del sistema para captar aumentos bruscos de caudal en tiempo real, la tragedia no pudo evitarse.
Función del SAIH
El SAIH fue concebido como un mecanismo de alerta temprana con el propósito de detectar y prevenir desastres naturales, especialmente aquellos relacionados con el incremento repentino de los caudales en ríos y barrancos. Este sistema se sustenta en una red de estaciones de aforo y pluviómetros repartidos por toda la cuenca del Júcar, la cual abarca provincias dentro y fuera de la Comunidad Valenciana. Las estaciones de aforo, distribuidas en lugares estratégicos, permiten monitorear en tiempo real la situación de los ríos y transmitir datos cada cinco minutos a la Confederación Hidrográfica del Júcar. Estos datos están accesibles de manera pública a través de internet y se actualizan en intervalos de cinco minutos.
Con un costo de mantenimiento elevado, este sistema supone una inversión significativa de recursos públicos. Tan solo el SAIH de la Confederación Hidrográfica del Júcar absorbe más de 2 millones de euros anuales, un gasto justificado únicamente si se logra que su funcionamiento repercuta en la seguridad de las personas y la prevención de desastres.
Ineficacia de la interpretación de datos
La red de estaciones de aforo del SAIH cumplió su función técnica al transmitir datos puntuales durante la mañana del martes, cuando aún lo peor de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) estaba por venir. Entre las 7:00 y las 10:00 horas, varias estaciones registraron incrementos súbitos de caudal en ríos clave, como el río Magro, donde se detectó un aumento de más del 2.000% en un periodo de tan solo tres horas. Estos datos, que indicaban una situación de riesgo inminente, deberían haber activado una respuesta de alerta temprana para la población en las zonas más vulnerables. Sin embargo, la falta de una interpretación adecuada y de una respuesta coordinada dejó a los residentes de la Comunidad Valenciana en una situación de desprotección.
Este hecho suscita una pregunta inevitable: ¿por qué no se interpretaron estos datos con la celeridad necesaria? Para emitir alertas eficaces, es crucial realizar una evaluación del riesgo que considere no solo los datos hidrológicos, sino también las condiciones meteorológicas y el comportamiento de las precipitaciones en tiempo real. Esta tarea de interpretación corresponde, en última instancia, a una coordinación entre los organismos de protección civil autonómicos y las confederaciones hidrográficas, así como a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que proporciona las predicciones meteorológicas.
El desbordamiento del río Magro se convirtió en uno de los episodios más devastadores de la jornada, dejando a su paso una estela de destrucción en Valencia. Según los registros, la estación de aforo en Requena indicó un aumento drástico de caudal desde primeras horas de la mañana. Estos datos alertaban de la posibilidad de una inundación catastrófica aguas abajo, especialmente considerando que el pronóstico meteorológico ya anticipaba lluvias torrenciales para mediodía y la tarde. Pese a contar con información tan reveladora, no se emitió una alerta máxima con antelación suficiente, lo que podría haber salvado vidas y reducido los daños materiales.
Además de los problemas de interpretación, el propio sistema SAIH presenta limitaciones técnicas que, en situaciones extremas, reducen su efectividad. A menudo, las estaciones de aforo dejan de transmitir datos cuando se producen avenidas de agua de gran envergadura. Durante la reciente crisis, algunas estaciones dejaron de emitir información cuando el caudal comenzó a aumentar de manera descontrolada, lo que pudo haber dificultado aún más la toma de decisiones. Sin embargo, antes de que estos equipos fallaran, ya habían emitido datos claros sobre el aumento de caudal, lo cual plantea dudas sobre por qué no se aprovechó la información disponible.
Un sistema costoso con funcionalidades limitadas
El SAIH es una infraestructura hidrológica de alto coste que, en teoría, debería permitir una vigilancia continua y precisa. Sin embargo, el impacto de este sistema parece estar restringido por la falta de integración entre los distintos organismos responsables de la gestión del riesgo de inundaciones. La red de estaciones de aforo y los pluviómetros de la Confederación Hidrográfica del Júcar pueden medir y transmitir datos en tiempo real, pero sin una respuesta rápida y adecuada por parte de los técnicos y autoridades, su utilidad queda gravemente limitada.
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