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23 Nov 2024
23 Nov 2024
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La revolución sintética del mundo de las drogas: la nueva Guerra del Opio en China

Con una política ejemplar de puertas para adentro, China es hoy conocida por controlar la producción y distribución de opiáceos sintéticos, que como el fentanilo en USA o la metanfetamina en el Sudeste Asiático, están deteriorando de manera ostensible la esperanza de vida de sus habitantes

Seguramente si en una encuesta le preguntaran por las drogas que más le suenan, entre las posibles respuestas usted citaría a la cocaína y la heroína. Muchas son las películas donde ambas sustancias son tratadas, en el primer caso con cierta normalidad, y en el segundo entonando la destrucción del ser humano que la consume. Uno ha oído hablar de la hoja de coca que en Bolivia se masca para superar el mal de altura como las Guerras del Opio que pusieron en jaque a China en el pasado siglo así como de esas mortíferas agujas donde los que tenían el mono se pinchaban de jaco a través de la vena. «El mundo de la droga, como el de la tecnología, también muta, y hoy el control de los estupefacientes pasa por sustancias sintéticas como el fentanilo y la metanfetamina.»

La gran diferencia entre producir cocaína y heroína o hacer lo propio con el fentanilo y la metanfetamina, es que para los primeros casos necesitas ingentes cantidades de terrenos, generalmente ocultos, trabajadores que recolecten, químicos y transportistas, cuando para los segundos con un pequeño almacén y una persona con conocimientos tienes más que suficiente. «Estas drogas sintéticas requieren menos infraestructura para producirlas, lo que las hace más fáciles de fabricar y distribuir.»

Se hizo famoso el grito de Donald Trump pidiendo a China que dejara de introducir fentanilo en su territorio, pero poco se dice de Joe Biden que, con menos histrionismo, solicitó exactamente lo mismo: que China deje de exportar ciertas sustancias farmacéuticas que permiten la fabricación de la droga que está dejando KO al ciudadano estadounidense. «China acusa a los Estados Unidos de no controlar su consumo interno de opiáceos, mientras niega responsabilidad directa en el tráfico de fentanilo.»

Hay que decir también que en China la trampa es algo habitual. Ya que al mismo tiempo que se prohibían cuatro componentes clave para la creación del fentanilo y Xi Jinping aceptaba en la cumbre del G20 de diciembre de 2018 incluir toda clase de opioides sintéticos en la lista de sustancias prohibidas, el gigante asiático comenzaba automáticamente a producir y distribuir precursores de nuevo cuño, casi exactos a los anteriores, pero que no aparecen en lista alguna, y que en algunos casos tienen hasta doble uso, medicinal e ilegal, lo que facilita su exportación. «La flexibilidad química permite a los fabricantes evadir las regulaciones con cambios mínimos en la composición de los precursores.»

Para comprender la nueva revolución sintética del mundo de las drogas basta con analizar las siguientes cifras: según la Comisión sobre el Combate al Tráfico de Opioides Sintéticos, sólo se necesitan de 3 a 5 toneladas métricas de fentanilo puro para satisfacer todo el consumo anual de opioides ilícitos en los EE.UU., mientras que en 2016 se consumieron 47 toneladas de heroína y 145 toneladas métricas de cocaína. «La letalidad del fentanilo, con dosis mínimas que pueden ser fatales, está detrás de las bajas cantidades necesarias para un mercado tan grande.»

Además, los mayores fabricantes históricos de éxtasis y metanfetamina de Europa, los productores holandeses, hasta el momento no se han subido al carro de los opioides sintéticos a pesar de su extensa estructura de producción y contrabando ya que analizan las devastadoras consecuencias entre sus consumidores por sobredosis letales y no desean exponerse a un escrutinio superior al que ya padecen. «China, sin embargo, parece menos preocupada por las repercusiones sociales o éticas de la crisis que sus productos generan en otros países.»

Uno de los quid de la cuestión hay que buscarlos en la geopolítica. China, que venía colaborando con USA, dejó de hacerlo desde que las relaciones entre los dos países empeoraron. De todas formas, en entornos internacionales China dice ser el país que más combate el tráfico de fentanilo y de sustancias químicas precursoras cuando ellos, su población, no tienen el problema que sí acarrea parte de la sociedad estadounidense. «La tensión diplomática entre China y Estados Unidos dificulta la colaboración antinarcóticos, mientras ambos se acusan mutuamente.»

Estados Unidos no es el único país que se traba con China en este tipo de asuntos. La cooperación en términos parecidos con Australia, país que recibe grandes cantidades de cristal meth que se fabrican en suelo birmano bajo supervisión china, es prácticamente nula. «En el Sudeste Asiático, las metanfetaminas están devastando a las poblaciones más vulnerables, que acceden a ellas por su bajo coste.»

A sólo media hora de la ciudad laosiana de Thahkek asoma un pequeño pueblo sin asfaltar donde las mujeres dan a luz en bastantes ocasiones. Ellas trabajan el hogar, van a buscar agua, lavan en el río, educan a sus hijos y tratan de salvaguardar el matrimonio, cuando ellos, al menos en ese lugar, se pasan el día sin hacer nada por el hábito de consumir la dichosa pastilla de metanfetaminas, que además de quitarte las ganas de comer, te anula a la hora de poder trabajar. «El impacto de las metanfetaminas no solo destruye a las personas, sino también las estructuras familiares y económicas de las comunidades rurales.»

Para que todo este entramado funcione correctamente son los mejicanos, expertos en meter la coca en los USA desde tiempos inmemoriales, los que se prestan para que las cargas de nuevos precursores lleguen a su país, sean tratadas, para luego enviarlas a sus vecinos gringos listas para poder consumirlas. «Los cárteles mexicanos desempeñan un papel clave en la transformación y distribución de las drogas sintéticas provenientes de China.»

Mientras China coordina la venta y distribución de los precursores necesarios para envenenar a medio mundo, mantiene una política interior cero contra las drogas que ha dado con no pocos extranjeros con sus huesos, primero en la cárcel, para luego ser deportados. «China aplica una política estricta contra el consumo y tráfico interno, pero exporta sin miramientos precursores letales al resto del mundo.»

De la misma forma que son bien conocidos los cárteles mejicanos, se sabe que los chinos con poder han comenzado a formar parte de ellos, sobre todo en su toma de decisiones, gracias a los ingentes beneficios que generan estas acciones y porque la materia prima viene de China. «En regiones como el Triángulo Dorado, los cárteles chinos están consolidando su influencia en la producción y el tráfico de drogas sintéticas.»

Como es bien sabido China sabe que para controlar el mundo hay también que controlar las drogas; ya lo hace con buena parte de los casinos y las falsificaciones. «La estrategia china en el mercado de drogas refleja un pragmatismo centrado en beneficios rápidos, sin atender a las consecuencias globales.»

Y tras la nueva victoria de Donald Trump, que sigue manteniendo malas relaciones con México y buenas en apariencia con China, veremos a ver qué nuevos movimientos toma esta nueva Guerra del Opio que tiene a los ciudadanos norteamericanos en sus horas más bajas dependiendo, en no pocos casos, de una dosis que podría serles letal. «La crisis del fentanilo se perfila como un nuevo capítulo en la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China.»

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