Kylian Mbappe se despidió del equipo francés con abucheos, una situación que también debieron atravesar Neymar y Lio Messi.
Los aficionados del PSG deberían coger un libro de historia del fútbol y con algo de perspectiva intentar situar a su discreto club en el lugar que le corresponde. Spoiler Alert para ellos: no es uno muy importante.
Quizás entonces tomen conciencia del privilegio que han tenido de ver con su camiseta puesta al mejor jugador de todos los tiempos, al mejor brasileño desde Ronaldinho (quien también pasara por la institución) y a un francés que con 19 años llevó a su país a ganar una Copa del Mundo y que es, desde que Messi y Cristiano dejaron la elite, el mejor jugador del planeta.
¿Cómo se atreven a despedir a estos tres monstruos de la manera en la que lo hicieron? ¿Desde qué lugar se animan a desconocer todo lo que ellos le han dado al club?
Repasemos los hechos. Desde su fundación en 1970 hasta la llegada de los petrodólares qataríes, PSG apenas había ganado 2 Ligas de Francia, unas cuantas Copas locales y dos títulos internacionales (Recopa de Europa 1996 y Copa Intertoto 2001). No era un habitual participante de la Champions League, esa obsesión que ni con millones y millones de euros pudo ganar, y no era un club tentador para las grandes estrellas del fútbol mundial. No tenía la historia de un grande de Europa ni el dinero para compensarlo. A punto tal era esto así que su máximo goleador era Pauleta (pasen por Google si hace falta).
Pero todo cambió en 2011 con el arribo del grupo Qatar Investment Authority (QIA). Motivados por el dinero, comenzaron a llegar importantes jugadores. Ibrahimovic, Beckham, Cavani, Marquinhos, entre otros, le aseguraron un total dominio del fútbol francés y la confianza suficiente para pelear en Europa. Con ese objetivo en mente, apostaron por Neymar, convirtiéndolo en el fichaje más caro de la historia con un desembolso de 222 millones de euros. Ney le dió un salto de calidad al equipo, pero las lesiones nunca lo dejaron brillar en plenitud.
Al poco tiempo llegó Mbappé y el poderío del PSG se afianzó todavía más. Y en 2021, Lio Messi para cantar bingo. Cuando nadie imaginaba verlo con otra camiseta que no fuera la del Barca, el mejor de todos se animó a una aventura en Francia. De una década a otra, PSG se convirtió en un imán de estrellas.
Es cierto, ni con todos estos jugadores el club pudo alzar la tan deseada Orejona. Pero la Ligue 1 se tornó aburrida de la cantidad de veces que la ganó. Llegó a jugar su primera y única final de Champions y se hizo respetar en el continente. El solo solo hecho de tener a estos megacracks luciéndose en el Parque de los Príncipes cada semana le han dado al PSG más grandeza que la que pudo llegar a tener en sus 40 y tantos años de vida previos.
A Neymar le hicieron la vida imposible mucho tiempo antes de que se marchara. A Messi nunca le perdonaron ser campeón del Mundo con Argentina venciendo a Francia en la final. Y Mbappé, con sus idas y vueltas, lo han resistido mucho en sus 7 años en el club, además de despedirlo con una silbatina que todavía asombra. No entienden que en la plenitud de su carrera quiera irse a un grande de verdad, más allá del dinero. Y lo bien que hace.
