Una joven cordobesa embarazada de cuatro meses, enfrentada a una situación de ocupación en su propia vivienda. La joven, propietaria del piso decidió de buena fe ,alquilarlo a la madre de un amigo por una tarifa simbólica, Cuando se le reclamó a la inquilina la necesidad del piso ,se encontró con la sorpresa que esta se negaba a abandonar la propiedad, incluso después de haber sido informada sobre la situación de la propietaria y de haberle ofrecido múltiples alternativas.
Otro caso es el de Juan Pablo, quien tras el fallecimiento de su padre, se enfrentó a la ocupación del piso contiguo por parte de un desconocido. Además de lidiar con los gastos asociados al mantenimiento del lugar, tuvo que soportar la angustia de encontrarse con el okupa en el ascensor día tras día, además de presenciar cómo las posesiones de su padre eran destruidas. Tras cinco años ha conseguido recuperar sus posesiones, tras un gasto inmenso de luz y agua que le produjo esta persona, a veces de forma intencionada según él mismo relata.
La ocupación no solo implica problemas financieros y legales, sino también un impacto emocional y psicológico para los propietarios legítimos.
Es evidente que se necesitan soluciones efectivas para abordar este problema que afecta a tantas personas , siendo estos escasos ejemplos para los muchos que existen con relación al tema .
De ésta situación han surgido diferentes empresas privadas cuyo trabajo es devolver la propiedad a sus dueños de forma no violenta. Dicho dato hace pensar que algo falla en el contexto legislativo. La legislación debe ser clara y efectiva en la protección de los derechos de los propietarios, al tiempo que se ofrezcan recursos y apoyo adecuados para aquellos que se enfrentan a situaciones de ocupación. Una tarea que queda por hacer.