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13 Jul 2025
13 Jul 2025
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Empatía a la americana

Carta escrita por Fernando da Silva Costa Rodríguez

Los relatos siempre han sido, al fin y al cabo, una de las manifestaciones hechas por las personas en base a su entorno, sus perspectivas y conocimientos. Esto nos permite formalizar una realidad. Los relatos son historias de nuestras experiencias, y hoy quiero que veamos las perspectivas sobre un relato donde hay cuatro actores que nos han escrito nuestra visión en estos dos siglos. Obviamente, hablo de países: Rusia, Ucrania, EE. UU. y la vieja Europa.

Este mes, las redes sociales y, en especial, los medios que nutren nuestra perspectiva han estallado contra un hombre barnizado de naranja, un hombre que, en este país, nunca fue querido. Su consigna fue clara y fuerte; fue su manifestación: quería acabar con una guerra que ha supuesto al contribuyente americano ciento ochenta y tres mil millones de dólares a fecha del treinta de septiembre de dos mil veinticuatro. No todo ese dinero va directamente a las arcas ucranianas; más bien, se diversifica por distintas ramas que nutren un mismo árbol.

Los EE. UU. no son una hermanita de la caridad que financia a tontas y a locas, y mucho menos si de sus juguetes de guerra estamos hablando. Estos juguetes han conseguido éxitos estratégicos importantes, y aún mejor, evitaron que el gobierno de Kiev se convirtiera en un castillo de naipes aquel febrero de 2022. El precio a pagar por este armamento se dará en minerales que Ucrania me cuestiono si hubiese explotado alguna vez. Este país siempre ha sido un oligopolio mercantil que le costó abrazar la economía de libre mercado.

Bajo este relato a la americana, también me veo obligado a señalar que el gobierno estadounidense padece una enfermedad muy similar a la obesidad: se llama déficit fiscal. Su cura suele ser difícil, ya que conlleva un gran dolor hacia la población, y en el caso de acabar con esta guerra, el dolor se irá con los ucranianos y, en un principio, con las empresas de armamento de este país. Y digo “en un principio” porque en breve voy a desarrollar el porqué no saldrán perjudicadas.

Rusia tiene ese relato que no ha calado en el tablero de los occidentales. Hablar de Rusia en Europa es como hablar de ese orco tonto y pobre al cual no le tienes que dedicar ni un minuto si no quieres arder en el infierno personal de algún tertuliano dispuesto a fustigarte en su Twitter.

Rusia siempre ha justificado todo este horror en base a una premisa: la de eliminar a los nazis de Ucrania. Pero, ¿de tipo de nazis estamos hablando? Para ellos, los nazis son aquellos ucranianos que han dejado de lado a los rusos del Donbás y también sus costumbres rusas.

Militarmente, hemos visto una chapuza cosida por dos entes: el militar y el político, que han vivido de desfiles, medallas y armamento soviético sin actualizar, el cual hemos visto estamparse contra los misiles “Javelin” y “NLAW” en las estepas ucranianas. El coste ha sido alto: doscientos mil millones de dólares y muchos hombres de todas las nacionalidades y lugares del planeta.

Siempre dejo lo mejor para el final, y ser crítico es algo en lo que todos somos buenos. Criticar a Europa y su relato es simple, a la par que vergonzoso. Simple, porque vemos a un continente que creó las bases de nuestro sistema económico y demostró que funcionaba, pero fue destruido por un populismo principalmente aplaudido por las izquierdas. Un populismo verde, inclusivo e insulso que no ha sabido adaptarse a las nuevas olas tecnológicas. El viejo continente nos quería brindar una seguridad, olvidando que no está solo en el mundo.

Hay países bandidos y polifacéticos dispuestos a ser mejores que el resto, y por muchas conferencias en París o Bruselas que hagamos, no podremos pararlos. Este sonrojo se plasma en que cada vez somos más pobres y compramos más de lo que producimos nosotros. Las industrias armamentísticas son el ejemplo de lo que afirmo. Cuando acabe la guerra, Europa se verá obligada a comprar armas, y puedo poner la mano en el fuego que no serán ni tanques Leopard ni Pizarro, ni cazas Eurofighter o Rafale.

Tampoco habrá G36 o uniformes Flecktarn. Serán tanques M1 Abrams, cazas F-35, fusiles M4 y uniformes Multicam. Muchos se preguntarán el porqué explayo este tipo de armamentos en este artículo, y solo quiero recordar que, por mucho armamento americano que compres, no eres un mejor ejército. Los buenos ejércitos son aquellos que tienen fábricas capaces de hacer lo que las tropas desplegadas les demandan, y el armamento americano dista de ser polivalente.

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