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13 Oct 2024
13 Oct 2024
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Analizando el fenómeno Sally Rooney en Intermezzo, su nueva novela

Al fin y al cabo, Sally Rooney no es más que como si fuese la cara visible en la última portada de Vogue pero, en este caso, en términos de marcar la última tendencia literaria

Amanezco el pasado 26 de septiembre de 2024 con una noticia que se repetía en todos los medios digitales, blogs de literatura e incluso en los stories de los creadores de contenido más posmodernos de las redes sociales: la consagrada autora Sally Rooney acaba de publicar su esperada última novela, bajo el título de Intermezzo. Imposible ignorar el ruido generado alrededor de esta noticia. En las terrazas, parece que los colores verdes de los tés matcha y los marrones de los cafés de especialidad de los más veloces van a desentonar junto al azul y negro metalizados de la portada de la novela (un color, por cierto, demasiado oscuro y tétrico para un argumento tan liviano). A las once de la mañana de ese mismo día, ya hay cantidad de titulares augurando su gran éxito y calificando esta de una obra maestra sin precedentes. Uniéndome a la psicosis colectiva que se ha desatado, no me queda más remedio que acercarme a la librería más cercana, donde sorprendentemente hay casi un estante repleto de ejemplares recién llegados bajo un cartel en negrita con el nombre de la autora. El fenómeno de Sally Rooney es innegable, pero Intermezzo puede no dejarte con tan buen sabor de boca si tus expectativas son demasiado altas.

Un cambio generacional en un público cada vez más maduro

Sally Rooney publica Conversaciones entre amigos (2017) con 26 años. Tan solo un año más tarde llega Gente normal, la novela que la catapulta a la fama y la lleva a ser considerada una de las voces más potentes de entre los lectores millenials y parte de la Generación Z. Aunque parezca mentira, han pasado ya seis años de estas dos novelas, por lo que en esta nueva apuesta de Sally Rooney se percibe una mayor madurez. La autora evoluciona a la vez que lo ha hecho su público durante estos años. Si en Conversaciones entre amigos y Gente normal la universidad, los estudios y la amistad eran los puntos fuertes para que su público se identificase y se viese reflejado entre sus líneas, en Intermezzo estos factores son importantes, pero se perciben desde un punto de vista mucho más adulto. Los veinticinco ya implican un trabajo y unas responsabilidades que condicionan todo lo demás. La amistad también es importante, pero ya no es el principal soporte de ningún protagonista.

Una trama eficaz que en ocasiones resulta demasiado simple

No haré en este apartado ningún spoiler, aunque es cierto que esta no es una trama a la que algún spoiler le pueda afectar. Toda la novela se articula alrededor de Peter e Iván, dos hermanos que tienen que superar la reciente muerte de su padre. Les separan diez años de edad y una ideología en muchas ocasiones totalmente opuesta, lo que hace que su relación no sea precisamente ejemplar. A pesar de vivir los dos en Dublín, cada uno tiene una historia vital totalmente diferente: Peter es un abogado de éxito con una moral ejemplar en lo laboral, que muchas veces entra en contradicción con su vida desordenada, puesto que mantiene una relación con dos mujeres. Iván, el hermano menor, es un experto en el ajedrez. Su capacidad de socialización dista mucho de la de su hermano, pero parece que sus valores son más rígidos y estables. Conoce a Margaret, una mujer mucho mayor que él con la que inicia diferentes encuentros, siempre con un paso cauteloso por las inseguridades de Margaret y el qué dirán en el pueblo en el que ella vive.

Este argumento es, en realidad, la mayor parte de las cuatrocientas páginas que conforman el libro. Si bien es cierto que lo importante es el desarrollo de las conexiones interpersonales de los protagonistas, la trama sigue quedando algo floja. Lo que funcionaría a la perfección en un contexto cinematográfico: diálogos profundos y extensos o descripciones muy detallistas, en lo literario a veces resulta demasiado repetitivo, sobre todo cuando el argumento es una mera excusa y exageradamente predecible. Sally Rooney repara en los pequeños detalles y en lo minimalista, pero para apreciar lo pequeño hace falta contrastarlo con algo más grande, sino se corre el riesgo de que lo que se quiere resaltar pase desapercibido.

La escritora del amor y de la intimidad

Con esto, no quiero decir que la novela no sea buena; lo es en cierta medida. Sería complicado que una fórmula tan pulida como la de Rooney no llegase a su objetivo. La autora sabe cuál es su mayor virtud y se vuelve a aprovechar de ella en este cuarto libro: es la escritora de los sentimientos y de la intimidad por excelencia.

Si la novela fuese una obra teatral, en los diálogos sería necesario incluir acotaciones que indicasen que los protagonistas están pronunciando sus palabras entre susurros. Sally Rooney sabe crear un clima íntimo entre dos personajes en apenas cuatro líneas, y ella es plenamente consciente de que esto es lo que ha hecho que multitud de personas se hayan enamorado de sus obras como lo hacen los personajes de sus novelas una y otra vez.

Esto, sin duda, sirve de contrapeso con lo anterior. La falta de conflicto y de acción se puede suplir mediante la fuerza de apenas tres diálogos que traten las inquietudes vitales de un joven asustado o de una persona que está viviendo su segunda relación como si fuese su primer amor, puesto que seguramente lo sea.

La fórmula secreta de Rooney

Todo esto permite explicar el éxito de esta autora: una prosa “sentimentaloide” que es a veces demasiado superficial pero efectiva y una promoción que con esta última novela ha alcanzado niveles estratosféricos. Parece que Sally Rooney seguirá dando de qué hablar en el panorama literario y no va a perder el título de ser una de las novelistas más apreciadas por los millenials, aunque Intermezzo no tenga la fuerza e intensidad de sus anteriores obras que fueron las que la llevaron a su posición privilegiada actual.

No será más que el tiempo el que nos indique si esta autora ha vuelto a dar en la diana o no (aunque en apenas una semana ya parece que la respuesta es afirmativa) y si la buena acogida de Intermezzo se verá continuada en futuras publicaciones de esta autora. Pero de momento parece que las terrazas y los metros seguirán llenándose de lectores que verán en Rooney el mejor pasatiempo para paliar los ratos muertos y de descanso, así como para, ¿Cómo no?, demostrar que están puestos al día. Al fin y al cabo, Sally Rooney no es más que como si fuese la cara visible en la última portada de Vogue pero, en este caso, en términos de marcar la última tendencia literaria.

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