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22 Ene 2025
22 Ene 2025
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En la salud y en la enfermedad: el juramento hipocrático

Las aportaciones de este escrito han sido fundamentales para el desarrollo de la práctica médica moderna

En la actualidad, Hipócrates continúa presente como una figura simbólica del compromiso ético y racional en la medicina, el cual aún guía a los profesionales de la salud.

El padre de la medicina

Hipócrates de Cos (c. 460 a.C. – c. 370 a.C.) fue un médico muy reconocido de la antigua Grecia, cuya familia practicaba esta misma disciplina y afirmaba descender del dios griego de la medicina, Asclepio. Sabemos que viajó por distintas ciudades-estado griegas y otras regiones del mundo antiguo practicando y enseñando medicina (Tesalia, Asos, Atenas, …), aunque tenemos pocos datos históricos de su vida y, a menudo, mezclados con el componente mítico.

La mayor contribución de Hipócrates es su separación de la medicina de las creencias sobrenaturales y religiosas, estableciendo que las enfermedades son provocadas por factores naturales (clima, dieta) y pueden ser estudiadas y tratadas con observación y enfoque clínico. Asimismo, su teoría de la enfermedad se fundamenta en la alteración del equilibrio de los cuatro humores (líquidos): sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra, equivalentes a los cuatro elementos del filósofo presocrático Empédocles (aire, agua, fuego y tierra).

¡Qué dolor, qué dolor!

Conservamos alrededor de unos setenta textos médicos en griego jónico atribuidos a Hipócrates y su escuela llamada corpus hippocraticum, «corpus hipocrático», donde se incluyen tratados sobre anatomía, ética médica, cirugía y tratamientos. Entre ellos, hallamos el famoso juramento hipocrático, en el que se reflejan los valores y principios médicos de su época, además de su implicación con la profesión y los pacientes. A continuación, reproducimos este código deontológico:

Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía y Panacea, y por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, que cumpliré, según mi capacidad y criterio, este juramento y compromiso escrito:

Venerar como a mis padres a quien me enseñó este arte, y compartir mi vida con él, y si es necesario partir con él mis bienes, y considerar a sus descendientes como a mis hermanos, y enseñarles este arte, si necesitan aprenderlo, sin remuneración ni compromiso escrito; comunicar los principios, lecciones y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los del mi maestro que me ha enseñado, y a los alumnos regularmente inscritos y jurados según la ley médica, pero a nadie más.

Aplicaré los regímenes en provecho de los enfermos según mi saber y entender  y apartaré de ellos daño e injusticia.

No daré jamás a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré este consejo. Tampoco daré a ninguna mujer un tratamiento abortivo. Por el contrario, conservaré mi vida y mi arte de forma santa y pura.

No cortaré un cálculo manifiesto, sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.

En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y corrupción, absteniéndome del placer del amor con las mujeres y los hombres, los libres y los esclavos.

Todo lo que vea u oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que sepa acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré como secreto.

Si cumplo íntegramente este juramento, que pueda gozar dichosamente de mi vida y mi arte y sea honrado por todos los hombres para siempre. Pero si soy transgresor y perjuro, que me suceda lo contrario.

Así pues, su contenido se puede resumir en: un compromiso con el bienestar del paciente; un respeto por los maestros y la transmisión del conocimiento; la prohibición de dañar al paciente; la confidencialidad médica; la ética profesional (evita prácticas consideradas inmorales o perjudiciales); el límite en las intervenciones médicas y la responsabilidad y conciencia moral.

Este juramento ha evolucionado y se ha adaptado a los contextos culturales, sociales y los valores modernos. En muchos países, no se utiliza la versión original, sino versiones como: la Declaración de Ginebra de la Asociación Médica Mundial y los creados por instituciones académicas y facultades de medicina.

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