No es nada nuevo en la historia de España la existencia de ciertos héroes o, como poco, figuras míticas que han pasado a las leyendas. Si bien es cierto que en general en la historia de España han quedado relegadas muchas figuras por causa de cierto desprecio nacional a nuestro propio pasado, siguen existiendo personajes que han logrado resistir esa deriva.
Entre ellos se encuentra el militar Diego García de Paredes, cuyas acciones en batalla le ganaron el sobrenombre del “Sansón de Extremadura” aunque, por decisión personal, preferimos su otro mote, el “Hércules español”.
Una juventud de armas tomar
Y es que la vida de este militar ya empezó con fuerza. Desde niño destacó por su poderío físico y la capacidad de derrotar a todos los rivales con los que se enfrentaba. Nació de un buen linaje en el año 1468 en Trujillo (Extremadura), y destacó por su fuerza y arrojo. Los cronistas de la época afirmaban que “en sus tiernos años vencía a todos los de su edad” y que su brío no hacía sino crecer con los años.
Lo curioso, y al contrario de lo que se pueda pensar, es que no era un bárbaro enfocado sólo en las armas. García de Paredes sabía leer y escribir y conocía a los grandes autores de la época. Aunque ahora pueda parecer poca cosa, no cabe olvidarse de que nació en 1468, cuando estas habilidades estaban reservadas a grupos muy concretos, mayoritariamente dentro de la Iglesia.
Pese a estos talentos inusuales, su destino estaba claro; el ejército. Así entro al servicio de la Corona Española y el Papado, donde destacó por su fiereza y su mal genio. Y es que era habitual que las grandes hazañas de victorias contra varios enemigos fueran acompañadas de duelos y trifulcas con sus compañeros, a los que solía retar por motivos de honor. Según los cronistas de la época, García de Paredes era tan valiente como pendenciero y jamás perdonaba una falta a su honor, viniese de quien viniese.
La gran hazaña
El tiempo pasó y siguió aumentando su fama hasta la Segunda Guerra de Nápoles (1501-1504) que enfrentaba a Fernando el Católico contra Luis XII de Francia. Por supuesto, García de Paredes luchó del bando español.
Sería en las postrimerías de la Batalla de Garellano (1503) donde llevaría a cabo la acción que lo encumbraría como un mito de la historia de España.
Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el “Gran Capitán”, respondería de malas maneras a una propuesta táctica del extremeño y este, enfurecido, se hizo con su mandoble y comenzó a caminar hacia los enemigos. Allí, se situó sobre el estrecho puente del rio Garellano y retó a un destacamento de 2000 franceses a combatir contra él. Los franceses, casi entre risas, aceptaron el reto y avanzaron de a uno por el puente.
Para sorpresa de todos, García de Paredes cargó gritando contra sus enemigos y comenzó a cortarlos como si fueran mantequilla bajo su espada. Uno tras otro fueron cayendo los franceses, asesinados o golpeados por sus propios compañeros que huían del español que, como un berserker vikingo, gritaba y atacaba sin parar.
Ante la valentía del gesto, otros soldados españoles se unieron a la refriega, aunque García de Paredes seguía el primero, ya empapado en la sangre de sus rivales.
Al final de la jornada los españoles tuvieron que retirarse por la superioridad de la artillería enemiga, pero ni aún así fueron capaces de convencer al extremeño de abandonar. De acuerdo con los historiadores, fueron necesarios varios de sus compañeros para apartarlo de la refriega y, aun así, fue el último en abandonar el campo de batalla.
Por sus acciones fue amonestado, con cierta razón, pues puso en riesgo la batalla. No obstante, se calcula que pudo llegar a acabar con 500 enemigos el sólo y, si no se hubiese sumado la artillería francesa, quien sabe con cuantos más.
En su época fue muy valorado, aunque en siglos posteriores se olvidaría su figura. No obstante, los historiadores del siglo XIX recuperarían sus grandes hazañas en nombre de España, alzándolo, junto con militares como Blas de Lezo o el propio Gran capitán, al Olimpo de las leyendas de España. No por menos se decía casi en verso: «Hercúleo Extremeño! tus hazañas las publicará la fama por todo el mundo, mientras existan valientes, y sobre todo aquella del puente, cuando detuviste a un ejército entero, asombrará por siempre a los más célebres guerreros”