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4 Dic 2024
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Hércules entre los pigmeos: una inspiración para la fantasía

Se ha dicho, de forma sugerente, que Jonathan Swift tomó inspiración de este episodio y de la iconografía de la edad moderna que se relaciona con él –acaso vio este mismo cuadro– para imaginar su historia de Los viajes de Gulliver

Uno de los escritores griegos más conocidos de los que tratan sobre historia del arte es Filóstrato de Atenas, también conocido como Filóstrato “el viejo”, un autor del periodo imperial y relacionado familiarmente con otro Filóstrato, llamado “el joven” que, como él, parece oriundo de la isla de Lemnos. Estos autores tuvieron un meritorio empeño en recrear minuciosamente el arte figurativo de su época, escribiendo una colección de imágenes que recogían diversas representaciones figurativas de su tiempo: por supuesto que el tema mitológico era en ellas crucial y absolutamente predominante. Como para todos los artistas plásticos, pintores y escultores, de toda la época clásica. Otros autores como Calístrato, también se dedicaron a comentar las representaciones mitológicas del arte, mostrando un notable gusto y una erudición. Sin ellos, no sabríamos casi nada de la pintura griega antigua, de la que hemos perdido casi todo.

En estos autores, como no podía ser de otra manera, el ciclo de Hércules es uno de los más representados: así ocurrió en todo tipo de imágenes del arte antiguo, que incluían el recuento de sus 12 trabajos y todas las hazañas previas y posteriores que se le atribuyen en la tradición mítica. Entre las historias más curiosas, hay una que recoge Filóstrato el viejo, que es raramente contada por los mitógrafos y las fuentes literarias, y que hoy es casi ignorada. Es el tema de Hércules y los pigmeos. De alguna manera debemos el rescate de esta leyenda a estos narradores de imágenes de arte. Parece ser que se puso de moda en época helenística o imperial esta  representación de Hércules, rodeado de figuras de pigmeos, a modo paródico y burlesco. Se representa al gran Hércules, musculado y desnudo, despertando en un paraje extraño, rodeado de pigmeos, en un extraño episodio.

Filóstrato de Atenas cuenta que Hércules se había quedado dormido en un paraje de Lidia, extenuado por el combate después de su victoria contra el gigante Anteo. Mientras dormía aparecieron los pigmeos, aliados de este gigante, o quizá descendientes de él, y cayeron sobre él mientras dormía para inmovilizarlo y matarlo. Los pigmeos, en el mito, eran seres diminutos nacidos de la tierra que vivían en cavernas debajo del suelo. En este relato Filóstrato evoca retóricamente la escena –debían ser dos o tres cuadros– en la que los pequeños pigmeos tratan de acercarse al héroe para arrebatarle a Hércules la maza y su pelliza de león. Hércules está vencido por la fatiga y el dios del sueño, Hipno, se aparece erguido junto a él para hacerle más vulnerable. Es el llamado “sueño de vulnerabilidad” que estudió la gran historiadora del arte Sheila J. McNally en su trabajo sobre las figuras durmientes en el arte mitológico de la antigüedad. En cuanto a lo que nos cuenta Filóstrato, por desgracia, hemos perdido el cuadro al que se refería. Describe cómo el ejército de los pigmeos rodea al héroe y ataca ambas sus manos. Otros enanitos portan arcos y hondas contra los pies y otros se quedan asombrados ante el tamaño del que para ellos parece un gigante. El rey de los pigmeos ataca la cabeza y sus hombres llevan máquinas de asedio para cargar contra ella. En un momento dado, quizá en otra escena de un posible díptico pictórico, Hércules se despereza, se levanta y sonríe ante los minúsculos adversarios, cogiendo su piel de león, a modo de saco y metiéndolos a todos dentro para llevárselos de regalo al rey Eristeo, al que está sometido para diversas misiones.

En el Renacimiento, este pasaje de Filóstrato, como algunos otros que se referían a obras perdidas de la antigüedad, fue evocado por ciertos pintores. Destaca el italiano Dosso Dossi, autor de un lienzo de 1535 que se expone en el museo universal de Graz, en Austria, sobre “Hércules y los pigmeos”. Este pintor mantuano, activo en la corte de la Casa de Este en Ferrara, presenta al héroe en un paisaje idílico y onírico en el acto de despertarse. Hércules hace ademán de agarrar su piel de león para capturar a los pigmeos, mientras el ejército de hombrecillos con intenciones belicosas le asedia a uno y a otro lado de la pintura. Se ha dicho, de forma sugerente, que Jonathan Swift tomó inspiración de este episodio y de la iconografía de la edad moderna que se relaciona con él –acaso vio este mismo cuadro– para imaginar su historia de Los viajes de Gulliver, de 1726, y, en concreto, la aventura en el país de los liliputienses, un celebrado relato donde hay un ejército de minúsculas luchadores en las guerras incesantes entre la ciudad de Liliput y la rival de Blefuscu.

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