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8 Sep 2024
8 Sep 2024
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Hércules y el Peloponeso: los viajes de un héroe

Quiere el mito que, después de la apoteosis del héroe, sus numerosos hijos, los llamados heraclidas, hubieran de marchar hacia el sur del Peloponeso para reclamar su herencia y habitar en diversas ciudades que luego les serían propias

Si hay algún lugar donde merece la pena viajar de la mano de nuestro héroe Hércules, como maestro del espacio geográfico y del tiempo mítico, ese es el Peloponeso, que se supone que es su lugar de origen. La presencia de Hércules se une indisolublemente a este espacio, pues está enraizado en las viejas casas reales del mundo mítico que algunos quieren relacionar por Micenas y con Argos, grandes estados palaciales de la época minoica. Así, Hércules se configura como el héroe por excelencia de los dorios y campa a sus anchas por la península del Peloponeso, que se abre como una mano extendida con varios dedos hacia el sur, como apuntando a las islas del Egeo. Se diría que todo el Peloponeso, casa común del pueblo dorio, apunta al sur y al mar, como queriendo llegar hasta su anhelada Creta, también de matriz doria, cruzando desde el cabo Maleas hasta Citera y luego Anticitera: en todos estos lugares gozó Hércules de gran veneración.

Huelga decir que los primeros trabajos de Heracles se pueden seguir realizando una interesante ruta por esta península griega, desde el primero de todos ellos, que está en la ínclita Nemea, hasta el de los establos de Augías. En Numea, el viajero actual podrá contemplar los restos de uno de los templos emblemáticos de Grecia y quizá el mejor conservado del Peloponeso. Allí Hércules se enfrentó al famoso león de Nemea y dio carta de naturaleza a sus juegos atléticos, uno de los cuatro grandes de Grecia (pues además de Olimpia, con sus famosos juegos, había también competiciones en Nemea, Delfos y Corinto). Es importante este trabajo porque gracias a él el héroe griego adquirirá su famosa pelliza de león, que le acompañará como vestimenta esencial y simbólica. Pero si vamos más hacia el sur a través de la Argólida, por Arcadia y Laconia, hasta llegar a Mesenia, la última rama en occidente del Peloponeso, encontraremos también huellas de nuestro héroe en las diversas ciudades griegas que hoy también podemos recorrer. Pensemos por ejemplo en la famosa Esparta, donde Hércules fue muy apreciado también, no menos que en Argos, aunque era una ciudad que pertenecía a su madrastra y gran enemiga Hera. Otros trabajos como los de Estínfalo o Erimanto, se desarrollan también en estas mismas regiones.

Pero no solo fue Hércules el que pobló y frecuentó estos lugares del Peloponeso sino también sus hijos, los llamados heraclidas. Ellos extienden el nombre de Hércules por toda la península. Quiere el mito que, después de la apoteosis del héroe, sus numerosos hijos, los llamados heraclidas, hubieran de marchar hacia el sur del Peloponeso para reclamar su herencia y habitar en diversas ciudades que luego les serían propias. Los recoge Eurípides en una tragedia y fue luego un mito de largos ecos hasta el siglo XIX como representación de las invasiones dorias en época muy lejana. El sobrino de Heracles, Yolao, habría guiado los pasos de los heraclidas, aun jóvenes, para reclamar su herencia y distribuirlos para poblar el Peloponeso.  Sigamos hoy los pasos de uno de ellos, llamado Boios, hasta el extremo sur de la península, la parte inferior de Laconia, en su cabo más meridional, que es el cabo Maleas. El viajero encontrará allí restos interesantes de templos y ciudades antiguas, como un famoso templo de Apolo y una ciudad hoy submarina, la de Pavlopetri, que data más allá de la época micénica.

En el mito, y luego en la realidad, se fundan varias ciudades en torno a la actual provincia de Monembasia –ciudad de origen medieval, que es su capital, en la vertiente oriental de la península del cabo Maleas– que pueden ser visitadas con provecho. Entre ellas está la hermosa ciudad de Neapolis Voion, o “ciudad nueva de los descendientes de Boios”. Esta es la antigua Boiai, luego Voies, es decir, el país fundado por Boios el Heraclidas. Actualmente es una hermosa ciudad provincial y portuaria, cerca de Pavlopetri. De ahí salen los ferries para Citera, la gran isla de Afrodita, y está al lado de una isla pequeña –muy valorada por sus estupendas playas– que se llama Elafonisos, y que antes de ser isla fue una península llamada Onou Gnathos (“quijada de burro”). Desde allí, por cierto, les escribo, pues se ha desarrollado hace poco un evento muy especial, la I Escuela de verano de filosofía griega antigua bajo el título Eudaimonía, auspiciada por la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, la Embajada de Grecia y la agencia de viajes Pausanias. Por eso, de primera mano les animo a proseguir el viaje tras los pasos de Hércules por todo el mundo, con la imaginación pero también con las maletas, por zonas fantásticas como esta.

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