La máquina del tiempo nunca la crearemos, es así, es imposible superar la velocidad luz para romper las barreras del espacio-tiempo en post de dicha posibilidad. No obstante la ciencia ficción siempre ha querido jugar con nuestra imaginación ante esa posibilidad, pero se quedará en eso, en ficción; como en el ejemplo de la exquisita serie del Ministerio del Tiempo. Y mejor que se quede en eso, no vaya a ser que como en Parque Jurásico e incluso en la propia serie española, queramos jugar a ser dioses y comercializar algo que desborda absolutamente nuestro inocente sentimiento del control.
Pero no se angustien, no hace falta crear o descubrir la máquina del tiempo cuando la propia imaginación humana, y su capacidad artística en quintaesencia puede ser capaz de construir viajes en el tiempo a través de la inmersión temática, el relato poético y la creación musical como ya se hizo en la cuna del teatro que fue la Grecia antigua.
Donde lo antiguo y lo moderno son sueños de luz
Parece paradójico que tras ganarles en las semifinales de la Eurocopa, con esa rivalidad deportiva de hoy en día que llegó a trascender desde lo político-histórico, sean los propios francesas quienes nos tengan que ayudar en cierta manera a valorar lo nuestro, a darnos cuenta de que España es mucho más que su maldita leyenda negra. Aunque esa narrativa falaz fue e incluso sigue siendo nutrida por el país galo, la excepción está en un parque temático francés totalmente diferente a lo que se puede pensar de un parque de atracciones o temáticos, véase Portaventura o Disneyland.
Puy du Fou España, es la sucursal de la marca francesa en nuestras tierras. No obstante, no existe allí la visión francesa de nuestra propia historia e identidad, y ni se exporta nada de la historia francesa del parque que le precede. Aquí se ha creado un avatar de la historia de España, hecho de piedra y madera para buscar la autenticidad en honor a los tiempos de antaño, integrado en la naturaleza como si de la propia tierra naciese y cuyos espectáculos gracias a su tecnología y puesta en escena del más alto nivel – sin nada que envidiar a los musicales de las grandes capitales occidentales – nos transporta a otros tiempos. Desde los tiempos medievales en los mercados de la Puebla Real coronada por el Castillo de Vivar o el Askar andalusí con sus haimas, hasta Villanueva del Corral y su teatro de comedias del Siglo de Oro; desde la carabela de Cristóbal Colón y la Andalucía del siglo XV hasta el pueblo de Sorbaces en tiempos de la Antigüedad Tardía. Todo lo que allí se ve es poesía y hay que tener el corazón de piedra para no emocionarse en un lugar así, para no sentir pertenencia y legado con los personajes históricos que allí cobran vida.
Donde los héroes nunca mueren
La antorcha de la tradición se transforma para seguir transmitiéndose, pues el fuego secreto nunca se apaga aunque se olvide. La cadena de oro – aurea catena – nunca se rompe aunque nos alejemos porque el oro es imperecedero a la contingencia. Y por ende, lugares así son tan importantes para nuestra sociedad y cultura, porque la historia bien hecha y contada, nos permite conocernos a nosotros mismos para conocer a los dioses y al universo. Un lugar al que todos tendríamos que peregrinar una vez en la vida, que es agua de la memoria y la esperanza para calmar nuestra sed ante el desierto desolador, donde inspirarse para seguir transitando nuestro particular camino del héroe, nuestro épico camino interior de la vida.
Afortunadamente, y para los que somos apasionados tanto de la historia como de los parques temáticos, este modelo se está expandiendo mundialmente – Inglaterra, China etc -. No al modo de colonización ni apropiación al estilo de una homogenización cultural. Sino que allá donde van, permiten en cierta manera la resurrección de sus tiempos pasados, el poder vivir y conectar con su historia a través de la explosión de los sentidos.
Canciones antiguas y familiares, melodías de siempre.