Es habitual tener mascotas; perros, gatos e incluso algo más extraño, pero definitivamente un loro furioso y mal hablado es una de las cosas más curiosas que uno puede tener. Este era el particular caso de Andrew Jackson, el séptimo presidente de los Estados Unidos y una persona con un humor y carácter muy particular.
La historia de este loro malhablado inicia en el año 1827 cuando la mujer del mandatario, Rachel, lo compra por aproximadamente 25 dólares de la época, una cantidad más que respetable de dinero. El animal fue supuestamente comprado como regalo, ya que en la época se consideraba un elemento de prestigio el tener ese tipo de animales exóticos.
El matrimonio decidió llamar a la criatura, Polly, y durante varias décadas vivió junto a ellos. El particular carácter del animal ha sido achacado a la forma que tenía el propio Jackson de expresarse, mediante gritos e insultos. Y es que Jackson, al contrario que otros mandatarios americanos, no poseía un carácter refinado, sino que gustaba de la violencia y de los enfrentamientos verbales. No por nada a lo largo de su vida libró varios duelos por causa de discusiones o conflictos legales y dejó tras de sí una gran cantidad de heridos e incluso algún muerto. Su carácter era tal que fue apodado como “viejo nogal”, por su tendencia a ser cabezón y pendenciero.
Esta particular forma de expresarse que se le supone a Jackson, conformaría la personalidad del loro que tenía la costumbre de gritar obscenidades cuando se alteraba. Tras la muerte de Rachel Jackson el año siguiente, Polly pasó al cuidado completo del mandatario que desarrolló un gran cariño por el loro. De hecho, durante los viajes de Jackson por el país escribía habitualmente cartas a su sobrino, quien se había encargado del animal, para conocer el estado de salud y ánimo de Polly.
Insultos en su funeral
Pese a esto, la fama de Polly surgiría durante el funeral del presidente en el año 1845. En ese momento, una gran multitud se había reunido para rendir honores al fallecido mandatario. La familia, amigos y rivales y aliados políticos asistieron al evento. Por supuesto, y seguramente de acuerdo con los deseos de Jackson, Polly también asistió a darle un último adiós a su amo.
El reverendo William Menefee, que estuvo presente, recogió la historia en el año 1921, durante su vejez. El animal, casi como si fuese consciente de la gravedad del acontecimiento y de que no volvería a ver a Jackson, se fue alterando paulatinamente a lo largo del acontecimiento. Así, llegado casi el final, el animal habría estallado y comenzado a piar y aletear para, finalmente, iniciar una retahíla bíblica de malas palabras.
De acuerdo con el sacerdote “El loro presidencial estaba emocionado por la multitud y soltó ráfagas perfectas de ‘malas palabras’”. La gente estaba “horrorizada y asombrada por la falta de reverencia del pájaro”.
Probablemente, y conociendo el carácter del presidente, este hecho le habría resultado enormemente gracioso. Su animal de compañía, que le preocupaba tanto como para mantener una constante correspondencia, le estaba dando su particular homenaje. Algo muy propio entre ellos supongo, enfadarse y soltar barbaridades. Di que si Polly, que los funerales son demasiado serios a veces.