Ya es oficial. El Real Madrid está en crisis. La profundidad de la misma no ha sido revelada aún, pero no es poca cosa. Los síntomas se han visto desde el comienzo de la temporada. Las alarmas se encendieron en el Clásico. Y esta noche en el Bernabéu hemos tenido la confirmación.
Lo que se ve es un equipo a la deriva. Sin ideas ni la intensidad para compensarlo, sin un juego claro, repitiendo errores. Puede salvarse como ante el Dortmund o puede golear de un partido a otro porque en sus filas se encuentran algunos de los mejores del mundo. Sin embargo, de seguir así, no llegará lejos. Eso es una certeza.
A un Milan que llegaba al Bernabéu con su imponente historia pero con un presente más bien discreto le bastó con muy poco para llevarse un enorme triunfo. Un once ordenado, donde todos corren, cada uno conoce su libreto. Con eso y el obvio talento de sus jugadores, porque los tiene también, sacó máximo provecho de las falencias defensivas de un conjunto blanco que hoy no contó con el rescate milagroso que suele tener en Champions.
La visita detectó rápidamente que el negocio era atacar por el lado derecho. Lucas Vázquez es un grandísimo jugador, pero no un lateral. Desde ese sector nació el córner que Pulisic ejecutó y que Thiaw cabeceó a la red ante la increíble pasividad en la marca de Tchouaméni. Mención aparte para el francés, quien tuvo una de esas noches que pueden marcar la carrera de un futbolista.
El Madrid fue en busca del empate y lo encontró luego de un polémico penalti sobre Vini que él mismo se encargó de cambiar por gol con un ‘panenkazo’. «Aquí estoy yo» dijo el brasileño luego de todo el ruido del Balón de Oro. Pero Tchouaméni no había tenido suficiente con su primera falla que decidió dejar un pase corto en una salida desde el fondo. Entre Pulisic, Morata y Leão la armaron y se encargaron de hacerle pagar al ex-Mónaco su displicencia. Álvaro ejerció la inefable ‘ley del ex’ y llamó a silencio a una afición que ya comenzaba a perder la paciencia.
Mbappé no acierta y Milan sentencia
La historia hubiera sido muy distinta si Mbappé acertaba al menos uno de los ocho disparos que efectuó al arco a lo largo del partido. Entre su falta de puntería y la pericia de Mike Maignan, el Milan se las arregló para dejar seco al francés. KM9 no anda derecho y el Madrid lo siente.
Quizás la más clara de todas la tuvo a los 15′ de la segunda mitad. Después de que Lunin le diera vida a los suyos con un atajadón a un cabezazo de Leão, Modric dejó solo a Kylian de cara al arco, pero el astro no logró cruzar el remate apresurado por la marca que llegaba. Fue la última que tuvo el Madrid antes de la sentencia.
Habíamos dicho que Lucas ofrecía libertades por su lado y a falta de algo más de quince para el final, el que las exprimió fue Leão. Con su tranco largo, el extremo dejó tirado a Militao, desbordó a Vázquez y centró para Tijani Reijnders. El holandés se encargó del resto fulminando a Lunin en el área chica. 3 a 1 y los rossoneros ya se sentían ganadores.
Solo la mística que existe entre el Real Madrid y la Champions podía salvar al equipo de Ancelotti de una nueva caída. La ilusión de una remontada cobró fuerza a los 81′ con un gol de Rüdiger, uno que nunca deja de empujar. Sin embargo, Rodrygo estaba fuera de juego al inicio de la acción y todo quedó invalidado. Lunin le sacó el cuarto a Loftus-Cheek y Brahim desperdició la oportunidad de decorar el marcador ya en tiempo cumplido. Ya nada cambiaría. El Milan se quedó con el duelo de los más campeones de Champions y el Madrid con la obligación de reaccionar antes de que sea demasiado tarde.