Decir que la serie de semifinal entre Barcelona e Inter es la mejor que nos ha dado la Champions League en toda su historia puede sonar grandilocuente. Créanme que no lo es. Lo que se vivió esta noche en el Giuseppe Meazza va directo a los libros. Habíamos tenido un adelanto con el 3-3 de la ida, pero la vuelta ha ido un poco más lejos. Goles por doquier, polémicas arbitrales, una remontada para cada equipo, tantos agónicos y un final para el infarto. El desenlace, un Inter con pasaje a Múnich. Y un Barcelona con el sueño frustrado de volver a conquistar Europa luego de diez largos años de espera.
El conjunto culé saltó al césped con personalidad, dispuesto a marcar el ritmo del partido. Flick repitió gran parte del once de la ida, aunque sin poder contar con sus dos laterales titulares, Koundé y Balde. Eric García ocupó el lateral derecho, mientras que Gerard Martín se mantuvo en la izquierda pese a sus dudas en Montjuïc. Al frente, un Inter con la misma formación que en la ida, incluyendo a un Lautaro Martínez que no se había entrenado durante la semana por molestias físicas. Una decisión arriesgada de Inzaghi que pronto daría frutos.

El comienzo fue todo del Inter. Aprovechando la efervescencia de sus tifosi, los italianos salieron a presionar muy arriba, tomando nota de lo sucedido en la ida. Barella avisó con un disparo cruzado que exigió a Szczesny y a los 21 minutos llegó el primer golpe: pérdida de Dani Olmo en campo propio, rápida combinación entre Dimarco y Dumfries y pase a Lautaro para que definiera sin oposición. Un gol que encendió aún más a la afición y le puso la eliminatoria cuesta arriba al conjunto culé.
No tardó en reaccionar el Barça, con situaciones claras que se toparon con una defensa férrea y un Sommer en estado de gracia. Cuando el empate parecía cerca, otra jugada polémica cambió el guion. Contra del Inter, Lautaro cayó en el área tras un cruce de Cubarsí y aunque Marciniak no señaló nada en primera instancia, cambió su opinión tras la llamada del VAR. Polémica decisión del polaco, mucho más si se tiene en cuenta su fallo de minutos antes en cuando no sancionó penalti para el Barça por mano de Acerbi dentro del área. Çalhanoglu lo transformó en el 2-0. El Barça se iba al descanso con todo cuesta arriba.

Remontada y manos vacías
El descanso no trajo cambios, pero sí una versión más agresiva del Barcelona. Con la urgencia como motor, el equipo de Flick encontró rápido el descuento a través de sus laterales. Gran pase de Gerard Martín y mejor definición de Eric García con el interno de su pie para el 1-2. Fue el inicio de un asedio que por momentos convirtió al Inter en un espectador más y a Sommer en la gran figura del encuentro.
El arquero suizo voló para evitar el empate de García, pero no pudo evitar que se le colara un cabezazo de Olmo, libre por el segundo poste tras otra asistencia de Martin. El de Terrassa se redimía de su error en la primera mitad y dejaba todo como al principio con más de media hora por jugarse. Lamine, intratable como en la ida, casi genera un penalti. Marciniak lo había otorgado tras una falta de Mkhitaryan, pero luego dio marcha atrás, considerando que había sido fuera del área. Y el mismo Lamine obligó otro revolcón de Sommer con un zurdazo que pedía ángulo.
El Inter, con las piernas pesadas y las ideas nubladas, solo aguantaba. La prórroga parecía inevitable, pero Raphinha, hasta entonces apagado, tenía otros planes. En el minuto 88 definió con un zurdazo cruzado cara a cara con Sommer y tras el rebote, de derecha selló el 3-2 culé. Dos minutos más la adición separaban al Barça de Múnich. Solo quedaba resistir. Y no pudo.

En el 93′, con el Barça desbordado por la tensión y llamativamente mal parado, Dumfries aprovechó una mala cobertura de Martin, encontró a Acerbi en el área y el defensor estampó el 3-3. Golpe anímico brutal que ni una escapada de Lamine pudo arreglar, vencido una vez más por Sommer. Todo se definía en la prórroga.
El Inter, envalentonado por haber sobrevivido a los 90′, fue por más. Thuram sacó a pasear a Araujo, una vez más responsable directo de una eliminación blaugrana. Tahremi la aguantó dentro del área, descargó para Frattesi y este se tomó el tiempo justo para colocar el balón junto al palo más lejano de Szczesny. 4-3 y delirio absoluto en el Meazza.

En el perdido por perdido, Lewandowski tuvo su oportunidad con un cabezazo y Sommer, el gran héroe de la noche, le negó dos veces el empate a Lamine con atajadas fuera de serie. Szczesny también apareció para tapar lo que era el doblete de Frattesi. Aunque ya nada cambiaría el resultado.
Contra todos los pronósticos, Inter se metía nuevamente a una final de Champions dos años después de su caída ante el City. El Barça de Flick se fue masticando bronca, aunque con la certeza de haberlo dejado todo en el campo. Tocará volver a intentarlo el año que viene.