La clasificación al máximo torneo continental le supone una serie de escollos al club catalán.
Histórico. No hay palabra que se ajuste mejor al logro que alcanzó el Girona Futbol Club. Tras una temporada que ni el más optimista aficionado se hubiera animado a soñar, el equipo conducido por Míchel se metió por primera vez en su historia en la competencia donde suelen desfilar los gigantes. Menudo desafío por delante.
Bien sabido que Girona FC es parte del City Football Group (CFG), sociedad que conglomera a 13 clubes alrededor del planeta y que tiene al Manchester City como insignia. Y aquí se presenta la primera dificultad: demostrar ante los órganos de control su independencia del mismo. La Champions permite a dos equipos controlados por los mismos dueños disputar el certamen, siempre y cuando se demuestre que no hay injerencia de uno en las decisiones del otro. Por lo que Girona debería desprenderse de algunos directivos que integran ambas instituciones para probar su autonomía.
La misma consigna rige en el aspecto deportiva, pero en este punto alguien tendrá que mirar para otro lado ya que la influencia del CFG sobre la plantilla el Girona es innegable y nada se podrá hacer de aquí al comienzo de la Champions para que ello cambie.
Son varios los futbolistas que arribaron al equipo de Míchel gracias a la contribución económica del grupo societario. Sin ir más lejos, Sávio, la gran figura del equipo, llegó desde el francés Troyes, otro club bajo la administración del CFG. Su futuro, se sabe, estará en el Manchester City. El lateral derecho brasileño Yann Couto y el centrocampista venezolano Yangel Herrera son otros dos ejemplos de jugadores facilitados por el grupo.
El CFG también será el responsable de acercar nuevos fichajes para afrontar la enorme responsabilidad de debutar en Champions y lo más probable es que utilice a su ´filial´ como un campo experimental. Si el jugador se luce, acabaría en Manchester. El nombre del delantero uruguayo Luciano Rodríguez ha sonado como una posibilidad para este tipo de operación.
No se mueve de casa
“No veo una Champions fuera de Montilivi. Para competir, tiene que ser Montilivi”, aseguró Míchel cuando todavía era una incógnita dónde jugaría sus partidos como local en Champions el Girona. El míster metió presión para no salir de casa, escenario donde construyó gran parte de su inolvidable campaña (perdió solo 1 partido frente a Real Madrid).
Los requisitos de UEFA para estadios de Champions obligaron a inversiones en remodelaciones y a reducir el aforo a 9500 espectadores para adaptarlo a las exigencias del torneo. Costos elevados y dinero que se deja de recibir por jugar en un estadio pequeño. Pero fue más fuerte la voluntad del entrenador y de una plantilla que se siente cómoda jugando allí.
Quedan 3 encuentros de Liga para pelear mano a mano con Barcelona el 2º puesto detrás del Madrid y hacer más gigante todavía la temporada 23/24. Sin embargo, en Girona ya todos piensan en lo que será la travesía en la Orejona.
