Un Madrid con dos caras bien distintas se alzó con el triunfo en su casa frente a Alavés. Por un lado, el que se puso arriba en el marcador antes del minuto o el que es capaz de dejar pintada a una defensa entera con solo dos pases como en el gol de Mbappé. Por el otro, el que brinda inseguridades en defensa, se desconcierta casi sin que el rival lo fuerce y acaba sufriendo cuando tenía todo bajo control.
En un encuentro que bien resume el andar irregular del equipo blanco, rápidamente se sacó de encima la mochila de no marcar en los primeros tiempos. Lucas Vázquez, tras una gran maniobra de Vini por izquierda, encontró la red a los 55 segundos anotando de esta forma el tanto más rápido del Madrid desde 2018 (el récord anterior también era suyo con 48» ante la Real Sociedad).
En esa primera mitad sin grandes emociones, Alavés apenas avisó tímidamente con un remate del argentino Conechny. Vini tuvo su momento destacado en el que, al igual que el equipo merengue, mostró sus dos versiones: la del crack que saca a pasear defensas y la del personaje de ampulosos gestos y excesos en sus reclamos. El árbitro le mostró la amarilla tras un cruce con Mouriño y al ser reemplazado, ya cuando moría el partido, casi ve la roja por sus quejas al ver el tiempo de adición otorgado.
También hubo tiempo para el show de Mbappé, él sí mas centrado exclusivamente en lo futbolístico. Primero con un tanto anulado y luego con su mejor gol desde que llegó al Madrid. Taco-tijera para Bellingham, desmarque y definición certera ante la salida del portero para registrar su quinto grito en el Bernabéu y el séptimo en lo que va de la temporada.
De la goleada al 3-2
La sensación reinante en el estadio al marcar Rodrygo el 3 a 0 apenas comenzado el complemento era no solo de cuestión liquidada, sino también de intentar adivinar cuántos goles más iban a anotar los merengues. Sin embargo, poco a poco el equipo fue ingresando en su propia nebulosa, bajó la intensidad y por poco no se lo acaban igualando.
La inyección de energía que significó el ingreso de Endrick (tuvo la suya con un tiro al poste y también pudo haberse ido expulsado por una patada a Mouriño) no fue suficiente para compensar la vulnerabilidad que mostró la defensa tras la salida de Militao y la entrada de Dani Vallejo ni para evitar un final que bordeó la catástrofe por los goles de Protesoni y Kike García.
Para fortuna del Madrid y de su entrenador, quien celebraba los 300 partidos en el club, Alejandro Muñíz Ruiz pitó antes de que la visita se acercara a un empate que hubiera sido histórico.