Montero ha estado experimentando con varias estrategias en TikTok, algunas de las cuales imitan el formato de contenido de otros «influencers» comprometidos con la comunicación activista.
Inspiración en otras mujeres
Su enfoque parece emular a otros creadores de contenido como Alan Barroso, Carla Galeote o Jùlia Salander, esta última conocida por su crítica a los patios escolares por ser «espacios machistas». Sin embargo, Montero aún no ha logrado adoptar por completo esta actitud comunicativa, ya que a veces resulta evidente que está leyendo un teleprompter, lo que puede hacer que su presentación parezca algo forzada.
Cuenta con 66.000 seguidores
Otra estrategia que parecía estar funcionando bien en TikTok era la de compartir fragmentos de entrevistas realizadas para diversos podcasts, aunque ha abandonado esta práctica de manera repentina. A pesar de todo, en la actualidad, cuenta con más de 66 mil seguidores en esta red social.
En búsqueda de un público joven
Recientemente, la exministra ha intentado acercarse más a los jóvenes con pequeñas piezas audiovisuales, la mayoría de menos de 30 segundos, en las que ofrece listados de recomendaciones basadas en sus propios gustos personales.
Aunque compartió un video de este tipo a principios de marzo con moderado éxito, la semana pasada decidió darle una segunda oportunidad a este formato. En «5 series con las que he crecido», Montero menciona clásicos de la televisión española como «Farmacia de Guardia», «Médico de Familia» o «Aquí No Hay Quien Viva».
Esta estrategia parece haber tenido el efecto deseado, ya que continúa repitiéndola con temas como «5 libros para empezar con el feminismo», «5 canciones que podría escuchar horas y horas en bucle» o «5 series que tienes que ver sí o sí».
Una persona nueva
Una vez apaciguadas las tensiones, Irene Montero parece haber evaluado su situación y ha optado por un cambio de imagen, abandonando las actitudes hostiles que solía mostrar. Ahora, al igual que Yolanda Díaz, se presenta con un aire más relajado y cercano, mostrando una actitud sonriente y abierta, alejada de los arrebatos que solían caracterizarla.