El metano se ha convertido en uno de los principales focos de preocupación para científicos e investigadores en la batalla contra el cambio climático, solo detrás del dióxido de carbono. Este gas contribuye al 25% del incremento del calentamiento global y su concentración en la atmósfera ha crecido a un ritmo sin precedentes en los últimos 40 años, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Alarmantemente, aproximadamente el 50% de las emisiones de metano provienen de las flatulencias de vacas, ovejas y otros rumiantes.
Inversión de Bezos en la investigación
Motivado por su compromiso con la protección del medio ambiente, Jeff Bezos, fundador de Amazon, ha destinado una significativa donación de 12 millones de euros a cuatro centros de investigación internacionales. Entre ellos se encuentra la Estación Experimental del Zaidín (EEZ) del CSIC en España. El dinero se repartirá en 9,8 millones de euros para el Pirbright Institute (Reino Unido) y AgResearch (Nueva Zelanda), y 1,2 millones de euros para el Royal Veterinary College (RVC) (Reino Unido) y el CSIC. El objetivo principal es desarrollar una vacuna que reduzca las emisiones de metano de estos animales, o al menos controle su proliferación futura.
Se estima que las emisiones de metano provenientes de la agricultura aumentarán en un 40% para el año 2050. Para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, que buscan limitar el incremento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius, es crucial reducir las emisiones de metano en un 50%. Hasta ahora, no se han implementado soluciones a gran escala para mitigar este problema.
Nuevas investigaciones para controlar el metano
Un equipo de investigadores españoles, en colaboración con el Royal Veterinary College, está explorando una nueva estrategia para reducir el metano en la atmósfera. David Yáñez-Ruiz, coordinador del proyecto en el CSIC, señala que las soluciones aún no se han desarrollado ampliamente debido al limitado conocimiento sobre cómo el sistema inmunológico del animal controla la microbiota intestinal. Su equipo retomará una investigación iniciada hace 15 años por científicos de Australia y Nueva Zelanda, enfocándose en controlar a las arqueas, microorganismos que son responsables de gran parte de la producción de metano en el intestino de los rumiantes.
Proyecciones de cara al futuro
El proceso de desarrollo de la vacuna podría tardar alrededor de diez años en completarse. Se espera que su aplicación sea necesaria solo una o dos veces a lo largo de la vida del animal. Aunque aún no se ha decidido si las crías futuras también deberán ser vacunadas, la posibilidad de una vacuna representa una ventaja significativa, especialmente en comparación con los aditivos nutricionales actuales que reducen la producción de metano en un 30% pero son costosos y no están disponibles para todos los ganaderos. «El desarrollo de una vacuna sería una opción viable y accesible para todos los países, no solo para los más adinerados», concluye Yáñez-Ruiz.