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7 Oct 2024
7 Oct 2024
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Películas que hacen falta: Mi amigo el pingüino

Es una obra cinematográfica perfecta para cualquier edad y cualquier momento. Enseña valores humanos, muestra cómo seguir adelante y nos recuerda que, pese a las circunstancias, debemos remar con cariño

Creo que todos estaremos de acuerdo en que, muchas veces, el cine tiene la magia de ofrecernos experiencias maravillosas. A veces, incluso acudimos a ver películas sencillas, pero con mensajes que nos tocan sentimentalmente, pues una de las claves y magias del séptimo arte es su capacidad para llegar al fondo del corazón.

Entre tantas películas, las habrá más complejas, más elaboradas, más ficticias, más reales. En la variedad e infinitas posibilidades reside su gran virtud. Pero también, de vez en cuando, nos apetece ver algo simple que nos permita desconectar y pasar un buen rato, como el típico cine familiar, que suele cumplir sobradamente su función.

Además, cuando las obras están basadas en hechos reales, y como decía mi abuelo: “La realidad supera a la ficción”, el impacto puede ser mayor. Nos quedamos asombrados con historias reales que superan cualquier ficción que nos puedan contar en una película, serie o incluso documental.

En este caso, vengo a hablaros de la película Mi Amigo El Pingüino, que pude ver en su estreno. Lamentablemente, ha pasado sin pena ni gloria, ya que apenas ha tenido marketing, pues hablamos de una obra muy pequeña y con estrenos recientes mucho más llamativos y populares. No obstante, esta película ha recibido críticas realmente positivas, y además, su protagonista es el mítico y veterano actor Jean Reno, ya con 76 años, pero mejor que nunca. En este papel, demuestra drama, empatía, y se vuelve entrañable como pocas veces antes. Es una de las mejores actuaciones recientes que le recuerdo.

¿La película familiar del año?

Mi Amigo El Pingüino está basada en una increíble historia real. En una isla frente a la costa de Brasil, Joao (Jean Reno), un pescador solitario, rescata a un pingüino herido y cubierto de petróleo. Durante los días que dedica a cuidarlo, nace entre ellos una complicidad que cambiará para siempre la vida de Joao y de aquellos que lo rodean.

La obra cinematográfica parte de un drama real muy duro, que prefiero no desvelaros para que lo descubráis vosotros mismos. Este evento afecta negativamente la vida de Joao, hasta que encuentra al animal, lo que supone un cambio muy positivo en su vida. Los animales tienen esa magia que nos permite conectar con ellos, volviéndose prácticamente miembros de nuestra familia y seres muy queridos.

La película se centra en eso: el vacío depresivo, triste y complicado de Joao se va curando poco a poco, a medida que estos dos conectan, estableciendo una de las amistades más peculiares y entrañables del año en el cine.

Uno de los principales aciertos es que durante el rodaje se usó un pingüino real. Esto se nota claramente, aunque en algunas tomas más complicadas, sobre todo dentro del agua, se utiliza CGI, que está muy bien logrado.

Todas las escenas con la interacción entre humano y animal son un acierto. Están grabadas con mucha delicadeza y cariño, y se nota el trabajo detrás. Aunque la historia es simple y no pretende ser demasiado complicada, a veces, dentro de la simplicidad, si algo está realizado con esmero y amor por la historia y los personajes, puede resultar en una auténtica maravilla. Creo que este es un claro ejemplo de ello.

Esta película nos habla de que, como seres humanos, a veces podemos sufrir pérdidas irreparables, catástrofes que dejan cicatrices en nosotros hasta nuestra muerte. Pero también, a veces puede llegar algo a nuestra vida, como un animal, una nueva persona o un refugio, que nos permita evadirnos de nuestros problemas y miserias para seguir adelante. El personaje encuentra ese lugar en el pingüino: una nueva motivación, un compañero que le cambia la vida y le alegra los días, enseñándonos que incluso el ser del que menos lo esperamos puede cambiar el destino de un humano. La película refleja cómo los humanos estamos conectados a los animales.

Incluso la película se toma el tiempo de mostrar cómo, en otras partes del mundo, con muy poco se puede ser feliz. Nos sitúa en un pueblo pesquero en la costa de Brasil, humilde y trabajador, donde la gente, aunque tiene poco, vive feliz. Es otro mensaje bonito que nos deja la película, en la que tanto la localización como los escenarios están bien cuidados y representados.

Cuando, al final de la película, te confirman que la historia es real, se te pone la piel de gallina. Además, el paralelismo entre la tristeza interior del personaje y los momentos de felicidad del pingüino puede arrancar una lágrima.

En definitiva, Mi Amigo El Pingüino es una obra cinematográfica perfecta para cualquier edad y cualquier momento. Enseña valores humanos, muestra cómo seguir adelante y nos recuerda que, pese a las circunstancias, debemos remar con cariño, repartiendo amor. Además, celebra el hecho de que los animales siempre serán los compañeros fieles de los seres humanos.

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1 comentario en “Películas que hacen falta: Mi amigo el pingüino”

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