En España, ser «kinki» o «quinqui» implica vivir al margen, un término que originalmente se refería a los vendedores ambulantes de baratijas. El Jincho, rapero madrileño originario del barrio obrero de Orcasitas, se identifica plenamente con este término. Se define a sí mismo como humilde, real y un poco loco. Con un pasado que incluye robos y abandono escolar, logró transformar su vida y ahora es un nombre conocido.
Un estilo marcado por la realidad
El artista ha logrado captar la atención de una amplia audiencia con su estilo crudo y realista, que recuerda al del argentino Pity Álvarez. Al igual que Álvarez, conocido por su vida al margen de la ley, ha ganado el respeto de los barrios bajos y lleva en su música las marcas de su vida en la cárcel. En una entrevista con David Broncano en el programa «La Resistencia», confesó que, aunque no se enorgullece de su pasado delictivo, está orgulloso de lo que ha logrado convertirse. Su sinceridad y su carisma lo han hecho popular en el escenario mediático español.
De ladrón a rapero
A los 14 años, comenzó a destacar en las batallas de freestyle. Aunque ahora tiene más de 30, esas primeras experiencias siguen marcando su estilo. A pesar de haber nacido en Europa, se siente identificado con la cultura latina, especialmente con la de la República Dominicana. Su barrio, Orcasitas, tiene más en común con los barrios del tercer mundo que con la gran urbe europea, lo que lo ha conectado profundamente con las realidades de la crisis y la lucha diaria por sobrevivir.
Un pasado marcado por la delincuencia
En una entrevista con El Mundo, El Jincho recordó su primer robo a los 13 años, cuando sustrajo la caja registradora de una panadería. Aunque admite que ganó más dinero robando que con la música, también reconoce que ya no forma parte de ese mundo. «Ahora soy un rapero, un artista«, afirmó, y aunque mantiene un profundo desprecio por la policía, asegura que su vida ha dado un giro hacia la legalidad y la música.
Una vida personal enigmática
A pesar de su exposición pública, su vida privada sigue siendo un misterio. En 2018, reveló que dejó Orcasitas para criar a su hija en un ambiente más sano, lejos de la criminalidad y las drogas. Sin embargo, no se conocen muchos detalles sobre su familia. En Instagram, su foto de perfil es la de una mujer llamada Yocasta, su novia fallecida, cuya memoria mantiene viva en sus redes sociales y en los tatuajes que lleva en su honor.