En la década de 1970, Portugal se encontraba inmerso en una guerra colonial por mantener sus posesiones africanas, principalmente Mozambique y Angola, enfrentando una profunda crisis económica y política. La dictadura, instaurada desde 1933, seguía en vigor, con unas últimas elecciones democráticas celebradas en 1925.
La continuación de la dictadura
El dictador Salazar falleció en 1970, pero el Estado Novo, la dictadura, continuaba ejerciendo su poder. En febrero de 1974, el jefe del Estado, Marcelo Caetano, destituyó al general Antonio de Spínola y a un grupo de seguidores que buscaban cambiar la política en las colonias portuguesas.
El auge de la oposición
La oposición a la dictadura iba en aumento y, en 1973, un grupo de militares opuestos al régimen formaron el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) e intentaron un golpe de estado. El Levantamiento de las Caldas en marzo de 1974 fracasó, pero sirvió como preludio para la Revolución de los Claveles.
El inicio de la revolución
En la madrugada del 25 de abril de 1974, los miembros del MFA ocuparon los lugares más importantes del país, desde plazas hasta cuarteles, marcando así el inicio de la revolución. La canción “Grândola, Vila Morena” del cantautor José “Zeca” Afonso, emitida por la radio a las 00:25 de ese día, se convirtió en la señal simbólica del levantamiento.
Claveles como símbolo de paz
A lo largo del día, los ciudadanos portugueses, inspirados por la canción, entregaban claveles a los soldados, simbolizando la paz y la solidaridad. A pesar de algunos enfrentamientos violentos, la revolución se caracterizó por su relativa ausencia de derramamiento de sangre.
La lucha entre bloques
La Junta de Salvación Nacional, encabezada por el general Spínola, asumió el control del país, poniendo fin al gobierno de Caetano. En los meses siguientes, Portugal experimentó un período de turbulencia política conocido como el Proceso Revolucionario en Curso, marcado por luchas internas entre la izquierda y la derecha.
Una nueva Constitución
Finalmente, en 1976 se aprobó una nueva Constitución y se celebraron elecciones constituyentes que llevaron al establecimiento de una democracia parlamentaria. La Revolución de los Claveles permitió la independencia de las colonias portuguesas y sentó las bases para la transformación democrática del país.
Una inspiración para España
La impactante transición hacia la democracia en Portugal sirvió de inspiración para otros países, incluida España, que observó con envidia y admiración el proceso portugués, contribuyendo así al impulso democratizador en la península ibérica.