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A partir de hoy, Alemania implementará controles temporales en todas sus fronteras terrestres, con el objetivo de reducir la migración irregular. Esta medida, a pesar del rechazo de varios países vecinos, ha sido acusada de poner en riesgo la libre circulación dentro del espacio Schengen.
Nuevas fronteras bajo control
Los controles, descritos como «flexibles y ajustados a las exigencias de seguridad», afectarán las fronteras con Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca, durante los próximos seis meses. Estas áreas se suman a las ya vigiladas con Suiza, Austria, República Checa y Polonia.
Justificación de Scholz ante la creciente presión interna
En medio del ascenso de la derecha radical en Alemania y de cara a las elecciones regionales en Brandeburgo, el canciller Olaf Scholz defendió la medida. Durante un acto reciente, destacó que la migración irregular es algo que el país no desea y subrayó que solo una parte de las 300.000 personas que llegaron a Alemania el año pasado tiene derecho a protección. La creciente presión de la oposición democristiana y el auge de Alternativa para Alemania (AfD) han empujado a Scholz a endurecer su discurso sobre la seguridad fronteriza.
El canciller alemán ha manifestado su desconfianza hacia algunos países vecinos en cuanto al control de las fronteras comunes. Bajo la presión de la oposición y de la creciente crisis migratoria, su coalición ha decidido actuar, alegando que los controles fronterizos son necesarios para detener el contrabando, la delincuencia y la detección temprana de islamistas radicales, según señaló la ministra del Interior, Nancy Faeser.
Coordinación con países vecinos y efectos limitados en la movilidad
A pesar de la controversia, Faeser ha garantizado que Alemania sigue coordinándose con los países vecinos y busca minimizar el impacto de los controles en las regiones fronterizas, viajeros y comercio. Berlín defiende la efectividad de los controles fronterizos ya vigentes desde octubre de 2023 con Polonia, la República Checa, Austria y Suiza.
El gobierno alemán ha resaltado la enorme presión que enfrenta, debido a la acogida de 1,2 millones de refugiados ucranianos y el flujo continuo de migrantes en busca de asilo. Esto ha sobrepasado la capacidad de alojamiento y los recursos disponibles en los municipios, además de generar desafíos en áreas como la educación y la integración.
Reacciones y críticas de países vecinos
Las críticas no se han hecho esperar. Algunos países europeos, como Grecia y Austria, han mostrado su desacuerdo. El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, criticó lo que considera una abolición unilateral del acuerdo de Schengen, mientras que Austria ha anunciado que no aceptará a personas rechazadas en la frontera alemana.
Polonia también ha expresado su descontento. El primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó la decisión como «inaceptable» y pidió consultas urgentes con otros países de la Unión Europea.