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El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se refirió a Venezuela como un «régimen dictatorial» y «autoritario». Durante una entrevista en Telecinco, Borrell señaló que en el país sudamericano «hay más de 2.000 personas detenidas arbitrariamente tras las elecciones del pasado 28 de julio, el líder de la oposición ha tenido que huir, los partidos están sometidos a numerosas restricciones y siete millones de venezolanos han huido». Borrell concluyó: «Esto es un régimen dictatorial».
Necesidad de contención verbal
Aunque Borrell reconoció la situación en Venezuela, subrayó que simplemente definirla como una dictadura «no soluciona nada» y que a veces se necesita «cierta contención verbal» para gestionar los conflictos diplomáticos. No obstante, advirtió: «No debemos engañarnos, Venezuela no era una democracia antes y no lo es ahora«.
Tras las declaraciones de Borrell, el canciller venezolano, Yván Gil, respondió con duras críticas a través de su canal de Telegram. Gil calificó a Borrell de «vocero del mal» y lo acusó de intentar dañar a Venezuela inventando «gobiernos ficticios» y convertir a la Unión Europea en una institución «colonialista y guerrerista». Además, lamentó el «oscuro legado» que, según él, deja Borrell.
Declaraciones de Robles y tensión diplomática
En la misma semana, la ministra de Defensa española, Margarita Robles, también calificó al régimen venezolano como una «dictadura», lo que generó una reacción inmediata por parte de las autoridades de Caracas. El canciller Gil llamó a consultas a la embajadora venezolana en Madrid y convocó al embajador español en Caracas, describiendo las declaraciones de Robles como «groseras» e «injerencistas».
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, intentó minimizar la tensión, señalando que las acciones del Gobierno venezolano son «decisiones soberanas» y evitando entrar en confrontación.
Reacciones en España
Las palabras de Robles generaron incomodidad dentro del propio Gobierno español. Fuentes del Ejecutivo afirmaron que la ministra «complicó la situación» y brindó una oportunidad al Partido Popular (PP) para criticar al Gobierno. El PP no tardó en aprovechar la ocasión, coincidiendo con Robles y reclamando que el presidente Pedro Sánchez adoptara una postura similar.
Por ello, la tensión entre ambos ha crecido tras la reciente aprobación en el Congreso de los Diputados de una propuesta del PP para que el Gobierno español reconozca a Edmundo González, líder opositor y presunto ganador de las elecciones venezolanas, como presidente electo. Además, en 2019, durante otra crisis en Venezuela, Pedro Sánchez afirmó que Maduro era un «tirano» tras la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente. Sin embargo, tras el fracaso de la comunidad internacional, la diplomacia española ha optado por una estrategia más moderada, buscando un acuerdo negociado entre el Gobierno de Maduro y la oposición.