En días recientes, se han desatado intensos combates aéreos en la frontera entre Pakistán e India, con reportes internacionales que confirman prolongadas batallas con múltiples cazas implicados. Según las últimas informaciones, la Fuerza Aérea india ha perdido al menos un caza Rafale y un MiG-29. Además, se hallaron restos de varios misiles aire-aire chinos PL-15, lo que ha captado la atención mundial. Estos acontecimientos confirman que el armamento chino está obteniendo rodaje en escenarios reales, lo que podría implicar mejoras tácticas aplicables a futuros escenarios como el Estrecho de Taiwán, donde se anticipan desafíos similares.
India logró recuperar un ejemplar casi intacto del PL-15E, versión de exportación del misil chino de largo alcance, lo cual ha permitido a potencias occidentales analizar su rendimiento. El PL-15 posee guía por radar activo, alta resistencia a interferencias, y actualización de datos en tiempo real, con un alcance de al menos 145 km, superando al ruso R-77 usado por India. Su modo de disparo independiente permite lanzar el misil sin necesidad de que el caza mantenga el objetivo, ya que otras plataformas pueden suministrar datos de corrección, incrementando así su eficacia. Pakistán, en alianza con China, ha modernizado su estrategia aérea con una red integrada de combate: aviones J-10CE y JF-17, alerta temprana KJ-200 y defensas terrestres HQ-9 trabajan en conjunto para distribuir objetivos y fuego sin necesidad de activar radares propios.
Este conflicto sugiere que Pakistán empleó estas técnicas y misiles chinos con éxito, incluso se especula que fueron responsables del derribo de cazas indios avanzados, validando así el potencial operativo del armamento chino. En contraste, India, aunque equipada con modernos Rafale, continúa operando con tácticas más convencionales: radar activo, disparo autónomo, y escasa coordinación entre plataformas. Pese a su equipamiento avanzado, India aún carece de sistemas de enlace y contramedidas electrónicas adecuadas, lo que limita su capacidad de respuesta frente a amenazas coordinadas.
El patrón que surge es claro: Pakistán ha aprovechado las capacidades de guerra en red de China para superar tecnológicamente a India en esta ronda de enfrentamientos. Para China, esto representa una invaluable validación de campo, algo que sus armas carecían en términos de credibilidad operativa. Por años, la tecnología militar china fue vista con escepticismo por falta de experiencia en combate real. Ahora, con los PL-15E mostrando desempeño sólido en condiciones hostiles, Pekín gana no sólo confianza técnica, sino una ventaja comercial en el mercado armamentístico internacional. El éxito en esta “guerra delegada” sugiere que China podría aplicar la misma estrategia contra Taiwán, lo que supone un serio reto para sus defensas.
La Fuerza Aérea taiwanesa, aunque equipada con modernos F-16V y futuros FDI, enfrenta limitaciones similares a las de India: carencias en misiles aire-aire de largo alcance, enlaces de datos ineficientes y una defensa aérea fragmentada. Enfrentar formaciones chinas dotadas con radar AESA e interconectadas entre plataformas pondría a Taiwán en clara desventaja, viéndose atacada desde distancias donde sus propios sistemas no alcanzan a responder. Esta situación exige una urgente modernización y coordinación de sus recursos militares.
La reciente escalada entre India y Pakistán ofrece así una ventana a cómo el Ejército Popular de Liberación puede ajustar sus métodos de combate. La información recogida sirve para perfeccionar sus tácticas y enfrentar con mayor solidez a fuerzas apoyadas por tecnología occidental. Taiwán, sin experiencia bélica reciente, debe tomar nota: en un eventual conflicto, podría ser superada no por número, sino por integración tecnológica y táctica.