El Ministerio de Defensa de Corea del Norte ha emitido una severa advertencia este sábado sobre el riesgo inminente de un conflicto armado en la península de Corea. Según un comunicado recogido por la agencia estatal KCNA, Pyongyang acusa a Estados Unidos de haber cruzado «la línea roja» con su «aventurismo militar» en la región, lo que, aseguran, justifica las medidas de autodefensa adoptadas por el país asiático.
«La línea roja ha sido traspasada»
El comunicado del Ministerio norcoreano señala que las «provocaciones militares» de Washington no solo generan inestabilidad, sino que podrían llevar la situación regional a «una catástrofe irreparable». En un tono que refleja la creciente tensión, las autoridades norcoreanas subrayan que estas acciones constituyen un «deber constitucional» para que el Ejército Popular de Corea tome medidas destinadas a proteger la seguridad del Estado, mantener la estabilidad estratégica y preservar el equilibrio de fuerzas en la región. «Advertimos enérgicamente a Estados Unidos y sus seguidores hostiles hacia la RPDC que detengan de inmediato los actos hostiles», sentencia el texto, destacando que la posibilidad de un conflicto armado es una amenaza constante.
El líder norcoreano, Kim Jong Un, ha elevado el tono en los últimos días, acusando a Estados Unidos de llevar las tensiones «al extremo» y advirtiendo sobre el riesgo de una «guerra nuclear destructiva». Durante una reunión con altos mandos militares esta semana, Kim instó a su Ejército a enfocar «todos los esfuerzos» en completar los preparativos para la guerra y fortalecer «sin límites» las capacidades nucleares del país.
El actual clima de tensión tiene raíces profundas. Aunque la Guerra de Corea (1950-1953) terminó con un armisticio, las dos Coreas nunca firmaron un tratado de paz, lo que significa que técnicamente siguen en guerra. A esto se suma un aumento de las hostilidades recientes: desde el envío de globos cargados de basura por parte de Corea del Norte hacia el sur, hasta las retransmisiones de propaganda a través de altavoces en la frontera reanudadas por Seúl en junio, algo que no ocurría desde hacía seis años.
Las maniobras militares conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur, así como los ejercicios con fuego real cerca de la línea de demarcación, han exacerbado aún más las tensiones. Pyongyang, por su parte, ha defendido estas acciones como necesarias para proteger su soberanía frente a lo que considera una amenaza inminente.
Las advertencias norcoreanas, aunque frecuentes, llegan en un momento particularmente delicado. La región se encuentra en un estado de alerta máxima, con movimientos militares constantes y la posibilidad latente de un enfrentamiento armado. Según el comunicado oficial, el Ejército norcoreano está «siguiendo de cerca los movimientos de Estados Unidos y sus aliados» y está preparado para actuar de inmediato si se considera necesario.
Este endurecimiento en la retórica y las acciones de ambas partes no solo aumenta el riesgo de una confrontación en la península de Corea, sino que amenaza con desestabilizar la seguridad global. Analistas internacionales advierten que, sin esfuerzos diplomáticos efectivos, la posibilidad de una escalada militar podría convertirse en una peligrosa realidad.