«Necesitamos un alto el fuego ya«, declaró el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el pasado lunes en la Casa Blanca. Sin embargo, pocas horas después, Israel lanzó una invasión «limitada» al sur del Líbano contra la milicia chií Hizbulá, respaldada por Irán. Este patrón se ha repetido constantemente en los últimos meses: el gobierno israelí, encabezado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, ha hecho oídos sordos a los pedidos de tregua de Washington, sin enfrentar grandes consecuencias.
Apenas 24 horas después de esta solicitud, las esperanzas de un posible acuerdo se desmoronaron cuando Irán respondió a la invasión y al asesinato de Hasan Nasralá, lanzando unos 200 misiles contra Israel. Ante esta nueva escalada, Biden ordenó a las fuerzas armadas estadounidenses acudir en apoyo de Israel.
Fracaso en los esfuerzos de paz
Desde que comenzó la guerra en Gaza hace casi un año, Estados Unidos ha intentado evitar la expansión del conflicto a otros puntos de Oriente Próximo, especialmente a Irán. Sin embargo, estos esfuerzos han fracasado, con la fecha de las elecciones estadounidenses acercándose y limitando cada vez más la influencia del presidente. A medida que las tensiones en la frontera entre Israel y Líbano se han intensificado, Washington propuso un alto al fuego de 21 días la semana pasada, pero Israel desestimó la iniciativa.
Apoyo de Washington a la ofensiva israelí
Pese a las advertencias, Estados Unidos ha mostrado resignación ante las acciones de Israel en el Líbano. El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, respaldó la necesidad de desarticular la infraestructura del grupo terrorista en el sur del país, y en el Departamento de Estado se sugirió que la presión militar podría facilitar la diplomacia, aunque también podría generar «consecuencias no deseadas».
Al mismo tiempo, la administración estadounidense ha reconocido su incapacidad para avanzar hacia un alto el fuego en Gaza. Hamás, la milicia que controla el territorio, ha dejado de responder a los mediadores de Qatar y Egipto. Mientras tanto, Netanyahu, con el respaldo de la opinión pública israelí, no tiene ningún incentivo para hacer concesiones.
Falta de presión sobre Israel
El exembajador estadounidense David Hale cuestionó la razón por la cual Israel aceptaría una tregua de 21 días a cambio de promesas vagas de negociación lideradas por una administración en su fase final. La reticencia del presidente americano a ejercer las herramientas de presión disponibles ha contribuido a que Israel ignore los llamamientos estadounidenses.
Aaron David Miller, antiguo enviado estadounidense para Oriente Próximo, señaló que Estados Unidos ha evitado imponer costes a las políticas israelíes. A pesar de algunos indicios de crítica, Biden ha respaldado firmemente el derecho de Israel a defenderse, lo que ha diluido cualquier esfuerzo diplomático.