La intervención militar estadounidense en Yemen con las fuerzas del Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) informaron sobre la destrucción de un dron y un buque no tripulado pertenecientes al grupo rebelde de los hutíes. Ambos incidentes ocurrieron en áreas bajo el control de esta facción en el convulso país árabe.
Según el comunicado emitido por el Ejército estadounidense, el dron, conocido técnicamente como vehículo aéreo no tripulado (UAV), y el buque de superficie no tripulado (USV) representaban una «amenaza clara e inminente» para las fuerzas estadounidenses y de la coalición, así como para los buques mercantes que navegan en las estratégicas aguas del Mar Rojo, el Golfo de Adén y el Océano Índico. «En las últimas 24 horas, hemos logrado destruir con éxito estos sistemas en Yemen», señaló el CENTCOM a través de una publicación en la red social X.
Con la creciente inestabilidad en la región, donde los hutíes, que controlan la capital yemení, Saná, y otras áreas del norte y oeste del país desde 2015, han intensificado sus ataques en respuesta a las ofensivas contra Gaza. Desde el 7 de octubre, fecha en la que el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) lanzó ataques contra Israel, los hutíes han dirigido sus operaciones contra objetivos con vínculos israelíes y, más recientemente, contra activos estratégicos de Estados Unidos y el Reino Unido.
Washington ha defendido su intervención alegando la necesidad de «proteger la libertad de navegación y hacer que las aguas internacionales sean más seguras». Esta postura se alinea con los esfuerzos de la coalición liderada por Estados Unidos y Reino Unido para garantizar la seguridad en rutas marítimas críticas que son vitales para el comercio global.
Los ataques hutíes no solo han dirigido sus fuerzas contra Israel, sino también han puesto en su mira a buques mercantes y activos estratégicos estadounidenses y británicos, en represalia por los bombardeos de ambos países en Yemen. A medida que la situación se agrava, el papel de Estados Unidos en la región se vuelve aún más crucial y, al mismo tiempo, más controvertido. Con cada intervención, la administración estadounidense reitera su compromiso de mantener la seguridad en una de las zonas más disputadas, pero las críticas sobre el impacto humanitario de estas operaciones siguen siendo un punto de fricción.