Este lunes, se conoció la renuncia del primer ministro de Canadá Justin Trudeau, un político con una exitosa carrera que se ha visto manchada por las polémicas y por la pérdida de confianza de la mayoría de los diputados de su propio partido. «Este país merece una elección real en las próximas elecciones, y me ha quedado claro que, si tengo que librar batallas internas, no puedo ser la mejor opción en esas elecciones», dijo Trudeau en la rueda de prensa convocada frente a Rideau Cottage, su residencia oficial durante la mayor parte de la última década.
Fue en 2015 cuando se convirtió en el primer ministro de Canadá. Atraídos por su carisma juvenil y un mensaje político esperanzador, los votantes apostaron ese año a los liberales, un partido que hasta entonces ocupaba el tercer lugar y que pasó a tener una mayoría de escaños en el Parlamento sin precedentes en la historia política canadiense.
Nueve años después, Trudeau sigue siendo el único líder en pie de los que gobernaban en la época en la que asumió el cargo. Barack Obama, Angela Merkel, Shinzo Abe o David Cameron hace tiempo que pasaron a una segunda línea, pero él, a sus 53 años, es actualmente el líder con más años de servicio en el G7. Si embargo, desde hace un tiempo, venía convirtiéndose en un lastre para su partido.
Críticas y controversias
A pesar de su gran popularidad, Trudeau comenzó a verse envuelto en polémicas a partir de 2019. Entre ellas, se encuentran unas lujosas vacaciones -que no declaró- a la vez que salieron a la luz fotografías y vídeos suyos maquillado de negro, lo que se conoce como blackface.
En 2020, continuaron las polémicas para Trudeau, cuando fue criticado por otorgar un contrato millonario a la organización WE Charity para un programa de becas estudiantiles, a pesar de los vínculos financieros que tenía su familia con la organización. Las elecciones anticipadas de 2021 tampoco mejoraron su suerte. Consiguió solo 158 escaños, quedando por debajo del umbral de los 170 necesarios para obtener la mayoría en el Parlamento.
Más recientemente, Trudeau y su popularidad se vieron golpeados por el aumento del costo de vida y la inflación, que han contribuido a reveses electorales sufridos por gobiernos en todo el mundo.
Su promoción de una agenda demasiado cargada de grandes promesas contribuyó a engordar la insatisfacción. Su manejo de la inmigración también generó descontento. El año pasado los liberales abandonaron su política tradicional de puertas abiertas y recortaron significativamente el número de extranjeros que recibieron autorización para instalarse en Canadá.
El primer ministro se había convertido en una figura cada vez más polarizante para el electorado. Las encuestas mostraron la caída de su popularidad, sin que los intentos de enderezar el rumbo con cambios de gabinete y exenciones fiscales lograran levantarla. Los votantes parecían responsabilizarlo del aumento en el coste de la vida en general y de la vivienda en particular.
La inestabilidad política y el adiós de Trudeau se producen cuando Canadá enfrenta una serie de desafíos, entre ellos la promesa del presidente electo de Estados Unidos Donald Trump, que asumirá el cargo el 20 de enero, de imponer aranceles del 25% a los productos canadienses.