El FBI está investigando lo que parece ser un nuevo intento de asesinato contra el expresidente y actual candidato presidencial republicano Donald Trump. El incidente tuvo lugar el domingo, 15 de septiembre de 2024, en las inmediaciones del campo de golf de Trump en West Palm Beach, Florida.
Según las autoridades, el sospechoso fue avistado por agentes del Servicio Secreto que patrullaban la zona cercana a la propiedad. Los agentes notaron la presencia de un cañón de rifle sobresaliendo de unos arbustos, lo que generó una rápida respuesta de seguridad. Aproximadamente a las 13:30 horas, los agentes dispararon al menos cuatro veces en dirección al sospechoso, quien rápidamente dejó su rifle, dos mochilas y otros objetos antes de huir del lugar en un coche Nissan negro. Un testigo pudo fotografiar el coche y su matrícula, lo que permitió a las autoridades lanzar una alerta a todas las agencias del estado.
Gracias a esta alerta, los agentes del condado vecino de Martin lograron detener al sospechoso en la autopista I-95. El sheriff del condado de Palm Beach, Ric Bradshaw, confirmó durante una conferencia de prensa que el individuo ya estaba bajo custodia. «Tenemos a alguien detenido en este momento», afirmó el sheriff, sin revelar detalles adicionales sobre la identidad del sospechoso ni sus posibles motivaciones.
Por su parte, el equipo de campaña de Trump emitió rápidamente un comunicado asegurando que el expresidente estaba a salvo. Trump, en un correo dirigido a sus seguidores, mencionó: «Hubo disparos cerca de mi ubicación, pero antes de que los rumores empiecen a descontrolarse, quería que lo supieran por mí: ¡ESTOY SEGURO Y BIEN!».
Este intento de asesinato es el segundo incidente de violencia dirigido contra Trump en lo que va del año. El 13 de julio de 2024, Trump sufrió un atentado en un mitin en Pensilvania, donde resultó herido en la oreja derecha. Ese ataque fue uno de los incidentes más graves en décadas, ya que un asistente al evento murió y el agresor, un joven de 20 años llamado Thomas Crooks, fue abatido por un francotirador del Servicio Secreto. La gravedad del atentado generó fuertes críticas hacia la agencia de seguridad presidencial y, finalmente, provocó la renuncia de Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto en ese momento.
A raíz del incidente del 13 de julio, la seguridad de los candidatos presidenciales ha sido un tema de debate, especialmente considerando que las elecciones del 5 de noviembre están a la vuelta de la esquina, con Trump enfrentándose a la actual vicepresidenta Kamala Harris.
Tras los hechos en Florida, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que se informó que tanto el presidente Joe Biden como la vicepresidenta Harris habían sido informados del incidente y expresaron su alivio al saber que Trump estaba a salvo. Harris publicó en la red social X: «La violencia no tiene lugar en Estados Unidos», condenando enérgicamente el ataque.
Aunque no se ha proporcionado información adicional sobre el sospechoso, el FBI continúa investigando el incidente para determinar el trasfondo y si existen amenazas adicionales hacia Trump o cualquier otro candidato presidencial en este período electoral tan tenso.