El G-20, que reúne a las economías más influyentes del mundo, concluyó este martes en Brasil su cumbre anual con una declaración conjunta que salvaguarda la unidad del grupo, pero queda lejos de abordar los desafíos globales con la contundencia que muchos esperaban. La reunión estuvo marcada por la guerra en Ucrania, el conflicto en Gaza y Líbano, y la expectativa del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Compromisos limitados en conflictos internacionales
La declaración final, publicada al cierre de la primera jornada, abogó por un alto el fuego en Gaza y por agilizar la ayuda humanitaria, sin mencionar a Israel o Egipto, los países que controlan los pasos fronterizos. Sobre Ucrania, el texto evitó referencias a la integridad territorial, limitándose a respaldar «esfuerzos hacia una paz justa y duradera».
Líderes como el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente francés Emmanuel Macron expresaron su insatisfacción con el documento. Scholz criticó la falta de una condena clara a Rusia, mientras que Macron señaló al presidente anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, por no haber logrado un consenso más firme. Según Reuters, la declaración fue cerrada por Lula mientras varios mandatarios clave, incluidos los de Estados Unidos, Francia y Alemania, no estaban presentes.
Clima y desarrollo sostenible en la agenda
El segundo día de la cumbre se centró en el cambio climático, aunque estuvo eclipsado por la detención de cinco militares sospechosos de intentar atentar contra Lula. En su discurso, el mandatario brasileño pidió a las economías desarrolladas adelantar sus objetivos de neutralidad climática, proponiendo fijar metas para 2040 o 2045.
El documento final, sin embargo, evitó llamar directamente a abandonar los combustibles fósiles, una omisión significativa en el contexto de la crisis climática. Lula también impulsó un nuevo enfoque hacia la lucha contra la desigualdad, pleyromoviendo un impuesto al patrimonio de los «ultraricos» que cada país debería implementar según sus propias leyes fiscales. Los ingresos recaudados podrían destinarse a combatir el cambio climático y otros desafíos globales.
La sombra de Trump y el futuro de la cooperación global
La inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca añadió incertidumbre a los debates. La declaración del G-20 defendió el multilateralismo y la gobernanza global, una postura que contrasta con el aislacionismo promovido por Trump, quien ya ha adelantado su intención de abandonar nuevamente el Acuerdo de París.
Para países emergentes como Brasil, el fortalecimiento del sistema multilateral pasa por reformar el Consejo de Seguridad de la ONU y organismos como el FMI y el Banco Mundial para adaptarlos a los equilibrios actuales de poder. Sin embargo, las tensiones internas en el G-20, reflejadas en las posturas opuestas de líderes como Javier Milei, quien se mostró crítico con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, complican el avance en esta dirección.
Brasil regresa al escenario global
Para Lula, esta cumbre fue una oportunidad para destacar temas como el hambre y la pobreza, problemas que, según él, han quedado relegados en un contexto internacional marcado por conflictos y crisis. La próxima gran cita climática, la COP30, que se celebrará en Belém el próximo año, será otra ocasión para que Brasil reafirme su liderazgo en la lucha contra el cambio climático y en la cooperación internacional.