La periodista británica Zoe Strimpel, ha situado a España como uno de los peores países en los que una persona puede ir de vacaciones. Para ello da un argumento surrealista basado en una visión poco crítica de la arquitectura, gastronomía, literatura y cultura de lo que es nuestro país. A lo largo de su artículo tira por tierra todo lo que es España y sus reclamos, utilizando para justificar su argumento, los viajes que ha hecho a distintas ciudades de España desde su infancia.
Zoe Strimpel, comienza su artículo explicando que España está intentando hacer una limpieza de imagen sobre el turismo que quiere recibir. Pero ella reduce a España en términos como “sangría y catolicismo, sino también como un país elegante, romántico, elegantemente izquierdista (el antifascismo machista de la España de Hemingway actualizado para la era del #MeToo) y devastadoramente cursi”.
Para empezar, etiqueta el carácter de los jóvenes españoles como de “ridículo” basándose en un vídeo viral, etiquetado como de humor. En el que la gente joven acude al Mercadona con una piña en su carro para encontrar pareja o ligar. Un vídeo que refleja humor y sarcasmo, pero que ella utiliza para intentar ridiculizar a los españoles. La crítica continúa. Zoe Strimpel, continúa relatando que ninguno de sus viajes a España ha sido bueno, al contrario, los cataloga de “francamente espantosos”. Seguidamente sitúa a España como “el peor país, aunque no del mundo, pero sí de Europa occidental”.
La periodista británica critica a España por ser poco Occidental
Para hacer ver al lector británico que España es un lugar “horrible” relata cómo de espantosos han sido sus viajes a distintas ciudades españolas, a las que encuentra “deprimentes”. “La tan alabada Ronda me deprime, recordándome el fin del mundo con su peligroso abismo”. En ella, recordemos, el poeta austriaco Rainer María Rilke plasmó en sus versos “Si Ronda tuviera mar,¡ qué mar tan azul sería! Un lienzo verde de olivos lo rizaría. Bandoleros de la mar, piratas…”.
Las siguientes ciudades a las que hace desprecio recordando lo insufrible que fue visitarlas en su niñez son Sevilla, Granada y Córdoba: “mis viajes a Sevilla, Granada y Córdoba cuando era niño se vieron empañados por el hedor de los desagües en todas las habitaciones en las que dormíamos”. Sevilla, Córdoba y Granada cuentan con tres y cuatro monumentos, respectivamente, que forman parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Ciertamente algo insignificante y “terrible” para la periodista británica.
Su viaje a Barcelona tampoco fue de su agrado, del cual recuerda que la ciudad era “una desconcertante tundra de baratijas y bares de mala muerte, salpicada de la arquitectura más fea del mundo”. La arquitectura de Dalí, internacionalmente reconocida, la tilda de “fea”.
En el artículo, no duda en criticar la historia de España, a la cual llama “horrible”, y solo destaca dos momentos concretos; la Inquisición y Franco. Para ella, nuestro país solo vive estos momentos, no hay más vida ni recorrido que esos dos puntos de siglos de historia.
Zoe Strimpel tilda a la gastronomía española de «venenosa»
La gastronomía es “repugnante” para Zoe Strimpel: “¿De verdad tengo que viajar mil millas para comer esos montones venenosos de carbohidratos aceitosos, esas tinas infantiles de paella, las tapas grasientas que ocultan su insalubridad en el romanticismo de las pequeñas copas de vino y las animadas terrazas, los montones impíos de cerdo curado y mi pesadilla gastronómica permanente: calamares fritos en baguette bañada en mantequilla?”. Las estrellas Michelin de nuestros restaurantes y el reconocimiento internacional de nuestra gastronomía debe ser que nos lo hemos inventado.
Zoe Strimpel no reconoce la literatura española, hasta llega a dudar de su propia existencia: “¿Existe alguna? Quiero decir, aparte de Cervantes. Si la hay, y probablemente la haya, nunca ha atraído a este devorador de Mann, Flaubert, Stendhal, Hugo, Gissing y Dickens”. Menciona levemente las novelas de Hemingway desarrolladas en España a las que denomina como “brutales”. Puede que el escritor americano estuviera equivocado al gustarle España, según deja caer la periodista británica.
Siguiendo la línea de Hemingway y de su afición por los toros y San Fermín, no olvida en criticar las corridas de toros que etiqueta de “tortura lenta y cruel de animales por deporte ante la mirada de decenas de miles de espectadores que aúllan”. Los miles de personas que tienen esta afición deben estar equivocados. Pero se le ha olvidado señalar que Francia tiene inscrita la tauromaquia en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO. A diferencia de nosotros, los franceses sí viven en una “Europa Occidental”.
