El tráfico de personas en Mauritania, especialmente de inmigrantes que buscan llegar a Europa a través de la Ruta Canaria, es un problema complejo que implica múltiples actores, desde redes criminales locales hasta elementos de corrupción gubernamental. En los últimos años, Mauritania se ha convertido en un punto de tránsito crucial para miles de inmigrantes que huyen de conflictos, pobreza y falta de oportunidades en sus países de origen. Estos inmigrantes son frecuentemente víctimas de mafias organizadas que operan en la región, aprovechándose de la desesperación y vulnerabilidad de estas personas.
Las redes de tráfico de personas en Mauritania son sofisticadas y han desarrollado rutas bien establecidas hacia Europa. Según cifras recientes, más de 230.000 personas han intentado acceder a Europa a través de la Ruta Canaria en los últimos 30 años, con un aumento significativo desde 2020. Estas cifras reflejan la intensificación de las actividades de las mafias que trafican con seres humanos, quienes se benefician económicamente de cada persona que logran transportar a través de estos peligrosos trayectos marítimos.
La situación en Mauritania se ve agravada por un entorno de corrupción política y falta de gobernabilidad. Bajo el mandato del expresidente Mohamed Ould Abdel Aziz, el país se vio envuelto en numerosos escándalos de corrupción, incluidos casos de malversación de bienes públicos. Estos escándalos han debilitado la capacidad del gobierno para combatir eficazmente el crimen organizado, incluyendo las redes de tráfico de personas. Además, la corrupción sistémica ha facilitado el funcionamiento de estas mafias, que a menudo logran evadir la justicia gracias a sobornos y a la complicidad de funcionarios corruptos.
El actual gobierno de Mauritania, bajo la dirección del presidente Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani, ha tratado de distanciarse de las prácticas de su predecesor y ha mostrado un mayor interés en abordar el problema de la migración irregular y el tráfico de personas. En una reciente visita diplomática a Mauritania, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, subrayó la necesidad de luchar contra las mafias que trafican con inmigrantes y promover un modelo de migración «regular y ordenado». Esta colaboración entre España y Mauritania que pretende combatir las redes de tráfico de personas que operan en la región, aunque cuesta creer que vaya a servir para acabar con un modelo de negocio ilegal tan sumamente lucrativo.
A pesar de estos esfuerzos, el tráfico de personas sigue siendo un negocio lucrativo en Mauritania, facilitado por la falta de oportunidades económicas y la inestabilidad política. Muchas de las personas que intentan llegar a Europa a través de Mauritania lo hacen con la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida, pero a menudo se enfrentan a un viaje extremadamente peligroso, con un riesgo significativo de ser explotados por las mafias. Las historias de aquellos que logran sobrevivir a la travesía relatan abusos, extorsión y condiciones inhumanas, destacando la urgencia de una acción internacional coordinada para combatir el tráfico de personas.
En conclusión, el tráfico de inmigrantes en Mauritania es un problema multifacético que combina la desesperación de los migrantes con la corrupción y el crimen organizado. Aunque hay iniciativas en curso para abordar este problema, se necesita un enfoque más integral y coordinado, tanto a nivel nacional como internacional, para reducir el tráfico de personas y proteger los derechos humanos de los migrantes. La cooperación entre países, como la que se está desarrollando entre España y Mauritania, es un paso positivo, aunque ingenuo, para fortalecer las instituciones locales y garantizar que los derechos de los migrantes sean respetados y protegidos en todo momento.
