Imagen: Rescatistas de la Defensa Civil Palestina y otras personas permanecen entre los escombros junto a un edificio derrumbado en Khan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza BASHAR TALEB/AFP vía Getty Images
El 7 de octubre de 2023 ha marcado un antes y un después en Oriente Medio, y ha supuesto una escalada de la violencia que se ha expandido hasta a día de hoy. Ese día, Hamás había lanzado de madrugada un gran ataque sorpresivo y sincronizado contra poblaciones del sur de Israel próximas a la frontera con Gaza.
En concreto, la milicia palestina lanzó 5.000 cohetes hacia Israel, asesinó a 1.200 personas y secuestró a más de 200. El primer ministro del país hebreo Benjamín Netanyahu anunció una venganza inmediata. Declaró el estado de emergencia y movilizó a su Ejército. Desde entonces, más de 41.000 gazatíes asesinados y 96.300 heridos, según el Ministerio de Sanidad gazatí. De todos ellos, casi 17.000 eran niños y niñas y más de 11.000, mujeres.
Más tarde, en mayo de 2024, Netanyahu declaró que de un total de 30.000 muertos, 14.000 eran combatientes y 16.000 civiles. Sin embargo, no brindó la información exacta de los miembros de Hamás que habrían sido asesinados.
Desde entonces, Israel ha continuado su ofensiva y, este mismo domingo, ha lanzado una nueva operación en el norte de la franja, de donde había dicho haber eliminado a Hamás hace meses. Precisamente, los principales objetivos de la guerra eran liberar a los rehenes y acabar con el grupo palestino, pero un año después no los ha logrado.
Según la Organización Mundial de la Salud, unas 12.000 personas necesitan ser evacuadas para recibir tratamiento médico que en Gaza no está disponible. La escasez de suministros médicos y los productos más esenciales está afectando a la salud de la población gazatí, entre la que se están propagando las enfermedades infecciosas. Los más de dos millones de habitantes de la Franja pasan hambre y el 80% dependen de la ayuda humanitaria, que ha estado entrando al enclave palestino a cuentagotas.
Además, en tan solo un año, Israel ha asesinado en Gaza a más niños, mujeres y periodistas que en cualquier otro conflicto reciente, según la ONG Oxfam. Hay que subrayar también el número de personas que huyen de las bombas y de la violencia. Según la ONU, el conflicto ha provocado, al menos, 1,9 millones de desplazados.
La incertidumbre por los rehenes israelíes
El atentado de Hamás del 7 de octubre sobre Israel dejó más de 1.290 muertos, de los cuales 815 eran civiles, y cerca de 7.500 personas resultaron heridas, según cifras del Gobierno de Israel.
Además, 251 personas fueron tomadas como rehenes. Desde entonces —para el 1 de octubre de 2024—101 rehenes continúan retenidos en Gaza, incluidas cuatro personas que ya estaban retenidas desde el 7 de octubre de 2023 (dos de ellas fallecidas). La muerte de 35 rehenes ha sido confirmada, aunque no se ha verificado el estado de los demás, lo que deja en incertidumbre la situación de muchos cautivos.
Destrucción de la infraestructura
Además del enorme impacto humano, la guerra ha causado una gran destrucción de la infraestructura y edificios de la Franja. Según las autoridades locales, más de 150.000 viviendas han sido destrozadas por los bombardeos y 200.000 han sido dañadas. Además, 125 estructuras pertenecientes a colegios y universidades están destruidas, así como más de 600 mezquitas y tres iglesias. Casi la totalidad de la población ha abandonado su hogar por la guerra y la mayoría vive en tiendas de campaña en la zona de Al Mawasi —designada por el Ejército israelí como “segura”— en el sur Gaza.
Tras un año de conflicto, la Franja ya no es lo que era: su paisaje también ha sido masacrado. Especialmente en la Ciudad de Gaza (norte) y las de Jan Yunis y Rafah (sur), hay barrios enteros reducidos a escombros, debajo de los cuales el Ministerio de Sanidad y los servicios de emergencia calculan que hay al menos 10.000 cadáveres que no han podido ser recuperados.