Irán ha incrementado sus esfuerzos para neutralizar a sus opositores kurdos exiliados en el Kurdistán iraquí, mientras se enfrenta a crecientes tensiones en la región. La República Islámica acusa a estos grupos de mantener vínculos con Israel, algo que ellos niegan rotundamente. Ante la posibilidad de una escalada de su guerra de inteligencia con Israel y una mayor inestabilidad interna, Teherán aprovecha esta coyuntura para actuar contra sus enemigos kurdos.
Un punto clave en este contexto fue un ataque en enero de 2023 por parte del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), que lanzó misiles balísticos contra Erbil, en Irak, alegando que había destruido una base del Mossad. Este ataque, que dejó cuatro muertos, generó una fuerte reacción en las autoridades kurdas iraquíes. Teherán justificó el ataque como represalia por el asesinato de comandantes de la «Eje de la Resistencia», supuestamente a manos de Israel.
Irán ha exigido durante mucho tiempo el desmantelamiento de los grupos de oposición kurdos en Irak. La presión ha aumentado desde la firma de un acuerdo de seguridad con Irak en 2023, en el que Bagdad se comprometió a desarmar a estos grupos y reubicarlos en áreas designadas dentro del Kurdistán iraquí. Fariba Mohammadi, del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (Komala), confirmó que su grupo aceptó esta reubicación, aunque aún no está claro cuándo se llevará a cabo. Mohammadi cree que Irán, temeroso de los riesgos que enfrenta en la región, está intensificando su presión sobre los kurdos.
Otros grupos kurdos en Irak también han sido afectados. Khalil Naderi, portavoz del Partido de la Libertad del Kurdistán (PAK), describió cómo su organización ha cumplido con las demandas de cerrar bases de entrenamiento y entregar armas pesadas. Sin embargo, Naderi acusa a Irán de intentar desmantelar todas las facciones kurdas, incluidas aquellas que practican la resistencia no violenta. Además, sostiene que el verdadero problema de Irán no son los exiliados, sino los kurdos dentro de sus fronteras, quienes protagonizaron protestas masivas en 2022 tras la muerte de una joven kurda en manos de la policía de moralidad iraní.
La situación se agrava con la presencia del Partido por una Vida Libre en Kurdistán (PJAK), aliado del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) de Turquía, en las zonas montañosas cercanas a la frontera iraní. Aunque PJAK ha operado sin grandes cambios recientes, la tensión sigue latente.
En septiembre de 2024, fuentes iraníes confirmaron que, a petición del gobierno iraní y con la colaboración del gobierno central iraquí, se comenzó la reubicación de los grupos opositores kurdos en la frontera entre Irán e Irak. Irán acusa a los grupos kurdos de permitir que sus bases se convirtiesen en «lugares de cooperación con el régimen sionista para tramar complots contra Irán», así como de realizar actividades hostiles contra Irán, como tomar rehenes, llevar a cabo asesinatos y reclutar niños soldados, añaden las fuentes iraníes.
Por esta razón, los considerados como «grupos kurdos antiiraníes» han sido evacuados de las bases a lo largo de la frontera común y fueron reubicados en zonas más profundas dentro de la región del Kurdistán iraquí después de ser desarmados. Todo ello bajo la supervisión del gobierno iraquí.
En el caso del Partido Democrático del Kurdistán Iraní (KDPI), sus combatientes fueron obligados a desmantelar bases cerca de la frontera iraní. Sin embargo, el grupo organizó una manifestación militar en agosto, que hizo enfurecer a Teherán.
A pesar de los esfuerzos iraníes, los kurdos iraníes han manifestado que no llevarán a cabo acciones que desestabilicen a sus anfitriones en Irak. No obstante, Irán sigue adelante con sus intentos de debilitar a sus opositores kurdos, enmarcando esta campaña como parte de su estrategia de «defensa adelantada». Aún no está claro si esta ofensiva dará los resultados que Teherán espera, pero los kurdos siguen siendo un actor crucial en la compleja red de tensiones en Oriente Medio.