El Nuevo Frente Popular (NFP), coalición de partidos de izquierda, logró este miércoles destituir al Gobierno francés tras presentar una moción de censura respaldada por los votos de la extrema derecha. Sin embargo, las divisiones internas emergen al momento de definir los próximos pasos. Mientras que los socialistas abogan por acuerdos específicos con otras formaciones, excluyendo a la ultraderecha, La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon insiste en exigir la dimisión del presidente Emmanuel Macron antes de 2027. Ambos grupos coinciden en que el próximo primer ministro debe ser de izquierda.
Tensiones en torno a la moción de censura
La censura, promovida por el NFP, acusó al ex primer ministro conservador Michel Barnier de someterse a las “obsesiones más viles” de la extrema derecha. Esta iniciativa surgió después de que Barnier utilizara el artículo 49.3 de la Constitución para aprobar polémicos presupuestos que implicaban recortes drásticos al gasto público. Este mecanismo, que permite aprobar leyes sin votación parlamentaria, había sido recurrido varias veces por el anterior Gobierno debido a la falta de mayoría en la Asamblea Nacional.
A pesar de intentar frenar la moción mediante concesiones al Reagrupamiento Nacional (RN), como reducir la asistencia médica gratuita para migrantes irregulares, Barnier no logró evitar el apoyo del partido de Marine Le Pen a la censura. El RN justificó su voto argumentando que las instituciones “obligan a mezclar votos con la extrema izquierda”.
Un Parlamento dividido y el rol del NFP
El NFP, formado por partidos de izquierda como LFI, socialistas, ecologistas y comunistas, nació como un frente electoral para frenar el ascenso de la ultraderecha en las elecciones legislativas anticipadas. Aunque obtuvo 193 de los 577 escaños, quedó lejos de la mayoría absoluta necesaria para gobernar sin alianzas. En contraste, el bloque presidencial alcanzó 168 escaños y el RN, 143.
Macron optó por designar a Barnier como primer ministro en lugar de Lucie Castets, la candidata propuesta por el NFP, argumentando que un Gobierno de izquierda sería inmediatamente censurado por otros bloques parlamentarios. Esta decisión, sin embargo, colocó la supervivencia del Ejecutivo en manos de la extrema derecha.
Críticas al enfoque de Barnier y Macron
Durante el debate parlamentario, Eric Coquerel, diputado de LFI, acusó a Barnier de romper el “cordón sanitario republicano” al buscar acuerdos con el RN. Desde el grupo socialista, Boris Vallaud lamentó la falta de diálogo con la oposición de izquierda y criticó los “humillantes compromisos” alcanzados con la extrema derecha.
Por su parte, Macron, desde Arabia Saudí, reprochó al Partido Socialista por apoyar la moción. En respuesta, Vallaud recordó que el presidente fue reelegido gracias a los votos de la izquierda en contra de la ultraderecha, acusándolo de “perder sus puntos de referencia” al pactar con el RN.