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La retórica del exmandatario republicano, que cuestionó el principio de defensa colectiva y mantuvo una relación tibia con la Alianza, inquieta a los aliados. Estados Unidos, líder del bloque militar y pieza clave de la estructura disuasoria, podría modificar su enfoque hacia Europa, planteando dudas sobre su permanencia en la organización y su despliegue de tropas en el continente. Además, las conexiones de Trump con Vladímir Putin y la posibilidad de un pacto con Rusia sobre Ucrania desatan interrogantes sobre el compromiso de Estados Unidos con los aliados.
Un mandato impredecible y contactos discretos
Jamie Shea, ex portavoz de la OTAN, subraya la incertidumbre que rodea las políticas de Trump. «Las alianzas militares no soportan la ambigüedad, especialmente en tiempos críticos para la seguridad europea y global«. En un esfuerzo por anticiparse a los posibles cambios, algunos miembros de la Alianza, como Polonia, buscan intensificar la comunicación con socios clave. Mientras tanto, la Unión Europea debate en paralelo los efectos de un segundo mandato de Trump, trabajando desde hace meses en un plan de contingencia para posibles cambios estratégicos.
Expectativa por el equipo de Trump y la influencia europea
En la Alianza, se espera que Trump revele su equipo antes de asumir el cargo en enero, lo que permitiría al bloque establecer contactos preliminares y tratar de reafirmar la importancia de la Alianza para Estados Unidos. En un intento de influir en el rumbo de Washington, varios países ya han iniciado diálogos con el entorno de Trump y su campaña. En este contexto, el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se perfila como un posible interlocutor clave. «Trump nos impulsó a superar el 2% del PIB en gasto en Defensa», afirmó Rutte, buscando resaltar logros atribuibles al expresidente y recalcar los peligros de la alianza entre Rusia y sus aliados, un riesgo también para Estados Unidos.
Presión sobre los aliados y el rol de la OTAN en Europa
Durante su primer mandato, Trump aplicó una postura crítica y llegó a sugerir la posibilidad de una salida de la OTAN, exigiendo mayores inversiones en defensa por parte de sus aliados. No obstante, permitió la transferencia de armas letales a Ucrania y respaldó maniobras de la OTAN en Europa. Sin embargo, en un posible segundo mandato, algunos temen que adopte un enfoque unilateral, lo que podría afectar el compromiso de Estados Unidos con la defensa europea. La analista Daniela Schwarzer, de la fundación Bertelsmann Stiftung, opina que, aunque Europa es crucial para la estabilidad estratégica estadounidense, no necesariamente implicará mayor inversión.
Una OTAN más fuerte, pero en alerta
La OTAN ha reforzado su capacidad frente a la crisis en Ucrania, incluyendo la incorporación de Finlandia y Suecia, que aportan recursos militares significativos. Europa ha aumentado su gasto en defensa, cumpliendo el 2% del PIB en 23 de sus 32 miembros. Sin embargo, se anticipa que Trump buscará elevar el objetivo hasta un 3%, lo que podría generar tensiones en la cumbre del próximo verano. Jamie Shea sugiere que la OTAN debe abordar a Trump en un lenguaje que «entiende»: los negocios. Gran parte del gasto europeo en defensa beneficia a empresas estadounidenses, un argumento que podría ayudar a mantener el compromiso estadounidense.