Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos se perfilan con intereses de diferentes grupos demográficos . Entre ellos, el voto judío, que representa aproximadamente el 2% de la población del país, podría ser determinante en estados clave como Pensilvania y Arizona. A medida que se intensifican las campañas, las recientes acusaciones de fascismo hacia Donald Trump y sus comentarios sobre Adolf Hitler han comenzado a desgastar su imagen, aunque no parecen haberlo sentenciado políticamente.
Trump, un ex presidente que ha intentado ganarse el apoyo del electorado judío desde hace tiempo, su relación con este grupo ha sido históricamente tensa, a pesar de sus intentos por mejorarla. En las elecciones de 2020, solo logró captar el 24% del voto judío, un porcentaje que él mismo califica de decepcionante. Los recientes elogios atribuidos a los generales de Hitler han creado una reacción negativa que podría costarle caro, especialmente en Pensilvania, donde ganó en 2016 por un margen estrecho de 44,000 votos.
La comunidad judía en Estados Unidos es diversa y compleja. Predominantemente, sus miembros son educados, y muchos de ellos se identifican con ideales liberales, especialmente aquellos que son menos observantes religiosamente. La situación actual en Oriente Medio, particularmente la guerra en Gaza, ha comenzado a erosionar el apoyo que históricamente han brindado a los demócratas. La candidata vicepresidencial demócrata, Kamala Harris, y su compañero de boleta, Tim Walz, ya están capitalizando sobre los comentarios de Trump, describiéndolo como alguien que «está cayendo en la locura» por sus insinuaciones sobre el nazismo.
No obstante, es temprano para determinar cómo estas controversias afectarán el voto judío. Thomas Gift, director del Centro de Política Estadounidense del University College de Londres, señala que «con Trump ya no hay ningún valor de sorpresa», lo que sugiere que sus palabras, aunque escandalosas, podrían no tener un impacto decisivo en su base de apoyo, que está «curada de espanto» ante sus declaraciones.
Algunos académicos han argumentado que su comportamiento y retórica lo colocan en un perfil fascista, mientras que otros se muestran escépticos, recordando que, a diferencia de los fascistas históricos, Trump no ha intentado disolver el Congreso ni nacionalizar industrias. Sin embargo, su retórica ha encontrado eco entre grupos radicales como los Proud Boys.
A pesar de las acusaciones , Trump sigue consciente del valor electoral del voto judío. En un momento de su campaña, mencionó que en el pasado, cualquier crítica hacia la comunidad judía o Israel podría arruinar una carrera política.