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9 Oct 2024
9 Oct 2024
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Los buques balleneros japoneses incrementan su actividad frente a la indignación de la comunidad internacional

Los buques balleneros japoneses vuelven a la actividad de caza tras las políticas favorables para relanzar dicha actividad. Las reticencias a la caza de estos animales crecen por parte de activistas de todo el planeta

Japón ha reanudado la caza de ballenas tras abandonar la Comisión Ballenera Internacional hace cinco años, generando una gran controversia. En junio, el gobierno japonés anunció sorpresivamente que se permitiría la caza de hasta 59 rorcuales comunes este año, argumentando que las poblaciones en el Pacífico Norte se han recuperado a unos 20,000 animales. Además, Japón planea matar 167 ballenas minke, 187 ballenas bryde y 25 ballenas sei. Estas políticas expansivas han suscitado críticas tanto a nivel nacional como internacional, preocupando a los defensores de la conservación.

La Antártida en el punto de mira

A pesar de la expansión en las cuotas de captura, la demanda de carne de ballena es débil. En Japón, el consumo se ha estancado en 2,000 toneladas anuales, mientras que el gobierno busca alcanzar al menos 5,000 toneladas para justificar las capturas. Islandia enfrenta problemas financieros en su única compañía ballenera, con 2,000 toneladas de carne aún en almacenamiento. En Noruega, apenas el 4% de la población consume carne de ballena regularmente.

Estas decisiones serán discutidas en la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se lleva a cabo esta semana en Lima, Perú. La Unión Europea ha propuesto una resolución que recuerda a las naciones balleneras sus obligaciones bajo el derecho internacional y marítimo, enfocándose en Japón, que debería haber consultado a la CBI sobre su repentina caza de rorcuales comunes, a pesar de no ser un miembro de la comisión. La CBI tiene la autoridad global sobre la caza de ballenas, lo que refuerza la importancia de su supervisión en estas actividades.

La demanda de carne de ballena en el mercado se encuentra en declive

Sin embargo, estas decisiones no se alinean con la débil demanda de carne de ballena. En Japón, el consumo se ha estancado en 2,000 toneladas anuales, mientras que el gobierno busca alcanzar al menos 5,000 toneladas para que la captura sea viable. En Islandia, la única compañía ballenera enfrenta problemas financieros y todavía tiene 2,000 toneladas en cámaras frigoríficas. En Noruega, apenas el 4% de la población consume carne de ballena regularmente.

El aumento de las cuotas de captura por parte de estas tres naciones pesqueras está en la agenda de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se reúne esta semana en Lima, Perú, para su reunión anual. Los países de la UE han incluido en el orden del día una resolución que recuerda a las naciones balleneras sus obligaciones bajo el derecho internacional y marítimo. Esta resolución está dirigida a Japón, que debería haber consultado a la Comisión sobre su repentina caza de rorcuales comunes, a pesar de no ser un miembro. La CBI tiene el mandato global para regular la caza de ballenas, lo que resalta la importancia de su supervisión en estas actividades.

Una caza que va más allá de la Zona Económica Exclusiva y las aguas territoriales

Después de abandonar la CBI, Japón se restringió a la caza de ballenas en sus aguas territoriales y en su extensa zona económica exclusiva. Sin embargo, los rorcuales comunes son una especie migratoria, lo que significa que Japón debería haber evaluado las consecuencias transfronterizas de sus acciones, según Malgosia Fitzmaurice, abogada de asuntos ambientales marinos en Londres.

A pesar de su participación en el Comité Científico de la CBI, los representantes japoneses no presentaron información sobre la caza proyectada de rorcuales comunes durante la reunión de mayo. «Definitivamente, Japón sigue moviendo los hilos de la CBI, razón por la cual esta resolución ha enfurecido tanto al gobierno», comentó Matt Collis, del Fondo Internacional para el Bienestar Animal. Esto pone de manifiesto las tensiones entre la regulación internacional y las decisiones unilaterales de Japón en materia de caza de ballenas.

Activistas indignados

El debate también cuestiona la eficacia de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Recientemente, tres investigadores de la revista Nature propusieron la disolución de la CBI, argumentando que la agencia ha tenido escasa influencia en los niveles de caza de ballenas desde la moratoria de 1985. Según el científico climático Peter Bridgewater de la Universidad Nacional de Australia y sus colegas, esta situación es insostenible.

Sin embargo, la respuesta de los conservacionistas marinos fue de indignación. Mark Simmonds, director científico de Ocean Care, criticó a los autores, señalando que «ignoran el trabajo de conservación en curso de la CBI». Este desacuerdo resalta la complejidad del debate sobre la caza de ballenas y la necesidad de un enfoque equilibrado entre la conservación y la gestión de recursos marinos.

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