El expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, falleció este domingo en su residencia de Georgia a la edad de 100 años, según confirmó su hijo. Carter, quien permanecía bajo cuidados paliativos en su hogar y participó en las últimas elecciones, enfrentó durante años una batalla contra un melanoma agresivo que se extendió al hígado y al cerebro. Fue el 39.º presidente de Estados Unidos, liderando el país entre 1977 y 1981, y ostentaba el título de expresidente más longevo de la historia estadounidense. Premio Nobel de la Paz, su vida estuvo marcada por un profundo compromiso con los derechos humanos, cristalizado en la creación de la Fundación Carter-Menil en 1986, desde la cual promovió numerosas causas filantrópicas.
Nacido el 1 de octubre de 1924 en Plains, Georgia, Carter creció en Archery, una pequeña comunidad rural donde su familia cultivaba cacahuetes. Estos orígenes humildes forjaron su carácter cercano y perseverante. En 1962, tras un ajustado proceso electoral que inicialmente perdió, logró su primera victoria política al obtener un escaño en el Senado estatal de Georgia tras denunciar irregularidades en los comicios.
Aunque su carrera política tuvo altibajos, Carter fue gobernador de Georgia entre 1971 y 1975, después de una campaña que destacó por su estilo directo y su cercanía, en la que llegó a estrechar la mano de 600.000 personas. Este enfoque, combinado con su carácter humilde, lo catapultó a la Casa Blanca en un momento en que Estados Unidos buscaba líderes capaces de restaurar la confianza tras el escándalo de Watergate y la guerra de Vietnam. Su imagen de honestidad y su sonrisa luminosa conquistaron al electorado nacional, pese a ser prácticamente desconocido a nivel político antes de su candidatura presidencial.
Carter también era un hombre de muchas pasiones. Practicó natación, pintura y, especialmente, correr, una afición que lo acompañó durante buena parte de su vida. Además, su prolífica carrera como escritor de más de treinta libros le proporcionó estabilidad económica y reconocimiento intelectual. Entre sus influencias destacaba su admiración por Harry Truman, quien también fue impopular al dejar la presidencia, pero cuya gestión se reivindicó con el tiempo, algo que muchos esperan suceda también con el legado de Carter.
Su reputación internacional mejoró gracias a los logros del Centro Carter, especialmente en la observación de elecciones y la promoción de derechos humanos. Incluso antes de recibir el Nobel de la Paz, este trabajo cimentó su figura como un líder comprometido con el bienestar global. Sin embargo, hacia el final de su vida, Carter se centró en lo esencial: su esposa Rosalynn, sus 22 nietos y biznietos, y la Biblia que leía cada noche en el pequeño pueblo donde nació y al que finalmente regresó.
