La capital de Haití, Puerto Príncipe, vive uno de los peores momentos de su historia reciente. Más de 20.000 personas han huido de la ciudad en tan solo cuatro días, según
denunció la Organización Internacional para las Migraciones , organismo perteneciente a la ONU. Este éxodo masivo tiene como detonante la implacable violencia de pandillas que mantiene a la ciudad bajo asedio, agravando una crisis humanitaria que ya era alarmante.
De acuerdo con la OIM, más de 17.000 de estos desplazados han encontrado refugio temporal en 15 campamentos improvisados. Sin embargo, estas instalaciones están lejos de ser suficientes. Grégoire Goodstein, jefe de la OIM en Haití, calificó la situación como «desesperante». “El aislamiento de Puerto Príncipe está amplificando una situación humanitaria ya de por sí terrible. Los trabajadores humanitarios enfrentan inmensos desafíos para llegar a las poblaciones afectadas”, declaró Goodstein.
El acceso a la ciudad está prácticamente bloqueado. El tráfico aéreo se encuentra suspendido debido a tiroteos dirigidos contra aviones comerciales, las carreteras principales están controladas por grupos armados y el principal puerto marítimo de la capital está paralizado. Estas restricciones han interrumpido las cadenas de suministro esenciales, dejando a Puerto Príncipe en un estado de aislamiento casi absoluto.
El rostro más oscuro de Haití
Las cifras oficiales de 2024 son devastadoras. Se han registrado casi 4.000 muertes relacionadas con las pandillas, lo que representa un aumento exponencial de la violencia en comparación con años anteriores. Pero la crisis no se detiene ahí: la violencia de género, incluida la violencia sexual, ha alcanzado niveles alarmantes, especialmente en los campamentos de desplazados.
Organizaciones internacionales han advertido sobre el impacto desproporcionado de la crisis en mujeres y niños. Muchos enfrentan riesgos constantes, no solo de violencia física, sino también de explotación y abusos en medio del caos. La inestabilidad política en Haití ha sido un catalizador de la crisis actual. Desde el asesinato del presidente Jovenel Moise en julio de 2021, el país no ha tenido un líder electo. Ariel Henry asumió como primer ministro en un momento de extrema tensión, pero su mandato fue incapaz de contener la escalada de violencia y renunció en marzo de 2024.
El Consejo Presidencial de Transición designó a Garry Conille como jefe de Gobierno. Entre sus primeras medidas estuvo la creación de un Consejo Electoral Provisional, encargado de organizar las primeras elecciones en una década. Sin embargo, la viabilidad de este proceso sigue siendo incierta en un país sumido en el caos. El pasado 8 de octubre, Leslie Voltaire asumió la presidencia del Consejo por un periodo inicial de seis meses. Su mandato representa una pequeña luz de esperanza, pero los desafíos son enormes. Conille y Voltaire enfrentan la titánica tarea de pacificar un país donde las instituciones parecen haberse desmoronado.
La OIM ha hecho un llamado urgente para incrementar la financiación de las operaciones humanitarias en Haití. Actualmente, el plan de respuesta de la ONU ha alcanzado solo el 42 % de su meta de 674 millones de dólares. Sin recursos suficientes, los organismos internacionales luchan por atender a una población en crisis y por restablecer mínimamente las condiciones de vida en el país.