El líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, quien estuvo al frente del movimiento chií libanés durante más de 30 años, habría muerto el pasado viernes bajo las bombas israelíes en Beirut, según informó el Estado de Israel. Este ataque, que aparentemente pone fin a la vida de Nasrala.
Nasrala asumió el liderazgo de Hizbulá en 1992, tras la muerte de su predecesor, Abbás al Musawi, quien fue abatido en un ataque aéreo israelí. Desde entonces, Nasrala fue consciente de que, como líder del grupo, su vida siempre estaría en peligro. Sin embargo, durante más de tres décadas logró esquivar a sus enemigos, viviendo escondido desde 2006, tras el conflicto con Israel que devastó el sur del Líbano. A lo largo de estos años, se mostró al público en contadas ocasiones y sus apariciones más recientes fueron exclusivamente televisadas desde lugares desconocidos.
El pasado viernes, Israel lanzó un ataque directo contra uno de los cuarteles de Hizbulá en Dahye, el bastión del grupo en la periferia sur de Beirut, en lo que, según el gobierno de Benjamín Netanyahu, fue un bombardeo dirigido específicamente contra Nasrala. Tras varios días de ataques masivos contra la milicia chií y la destrucción de sus principales bastiones, las fuerzas israelíes finalmente habrían logrado su objetivo. La muerte de Nasrala llega tras una semana de intensos bombardeos que también se cobraron la vida de otros altos mandos de Hizbulá y decenas de civiles libaneses.
Nacido en 1960 en los suburbios orientales de Beirut, Hasán Nasrala mostró desde temprana edad un fervor religioso que lo llevó a unirse al movimiento político chií Amal. Siguiendo los pasos del imán Musa Sadr, Nasrala viajó a Nayaf, en Irak, donde fue instruido por clérigos chiíes influyentes que respaldaron la Revolución Islámica iraní. A su regreso al Líbano, se unió a las filas de Hizbulá en 1982, participando en su fundación y formando parte de su órgano de dirección, el Consejo de los Siete.
Nasrala fue un líder excepcionalmente carismático, con una oratoria que le ganó admiración en el mundo árabe, pero también un enemigo acérrimo de Israel. Bajo su liderazgo, Hizbulá pasó de ser un grupo clandestino a convertirse en una fuerza política y militar decisiva en el Líbano. En 1992, pocos meses después de asumir la dirección del grupo, Hizbulá participó en las elecciones parlamentarias libanesas, ganando 12 escaños, lo que consolidó su papel en la política nacional.
La guerra de 2006
Uno de los momentos más destacados de su liderazgo ocurrió en 2006, cuando Hizbulá e Israel se enfrascaron en una guerra de cinco semanas que dejó miles de muertos y un Líbano devastado. La guerra, que comenzó con el secuestro de dos soldados israelíes por parte de Hizbulá, fue un momento clave que definió la relación entre ambos bandos en las décadas siguientes. Aunque el conflicto terminó con una frágil tregua, Hizbulá no solo se mantuvo armado, sino que se fortaleció, obteniendo armas de largo alcance y consolidando su control sobre el sur del Líbano.
Pese a las presiones internacionales para que Hizbulá se desarmara, Nasrala mantuvo su postura beligerante. Durante los años siguientes, el grupo siguió siendo una de las fuerzas más poderosas del Líbano, actuando prácticamente como un Estado dentro del Estado. Su influencia se extendió más allá de las fronteras libanesas, con alianzas estratégicas con Irán y Siria, lo que le permitió participar en conflictos regionales, como la guerra civil siria y, más recientemente, la guerra de Gaza en 2023, donde Hizbulá apoyó a Hamás en su lucha contra Israel.