Desde las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela, la situación política se encuentra en un punto muerto. El Consejo Nacional Electoral (CNE), bajo control oficialista, proclamó a Nicolás Maduro como ganador. Sin embargo, casi tres semanas después, no se han presentado pruebas claras que respalden este resultado. A esto se suman las denuncias de fraude por parte de la oposición, que ha hecho públicas más del 80% de las actas en su poder. Además, informes críticos del Centro Carter y Naciones Unidas, junto con la cautela de la comunidad internacional, han destacado la falta de transparencia en el proceso electoral.
Iniciativas internacionales para una salida negociada
En medio de la crisis, Brasil, Colombia y México han impulsado una salida negociada. Los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro han propuesto nuevas elecciones o un gobierno de coalición transitorio para llegar a comicios libres. Aunque esta idea ha sido recibida con escepticismo tanto por el chavismo como por la oposición, representa un intento de destrabar la situación. Lula y Petro han presionado personalmente a Maduro, subrayando la necesidad de publicar los resultados completos de las elecciones.
Reacciones del chavismo y la oposición
La propuesta de repetir las elecciones ha sido rechazada frontalmente por el chavismo. Diosdado Cabello, líder del partido oficialista PSUV, reafirmó que «aquí ganó Nicolás Maduro» y descartó cualquier posibilidad de nuevos comicios. Maduro, por su parte, ha optado por acudir al Tribunal Supremo, controlado por su gobierno, para validar su victoria. Mientras tanto, la oposición, aunque dispuesta a negociar, insiste en que cualquier diálogo debe basarse en los resultados del 28 de julio que dan la victoria a su candidato, Edmundo González. María Corina Machado, líder opositora, también rechazó la repetición de los comicios, cuestionando la viabilidad de un proceso electoral bajo las actuales circunstancias.
Un futuro incierto para Venezuela
Con la toma de posesión del nuevo gobierno prevista para el 10 de enero, diversas fórmulas podrían surgir, pero la clave sigue siendo la disposición de Maduro para encontrar una solución al conflicto. Sin un cambio en la postura del gobierno, es posible que Venezuela enfrente un aislamiento diplomático similar al vivido desde 2019. Esto tendría un alto costo para la población, dificultando cualquier recuperación económica significativa. Según el analista Mariano de Alba, la falta de voluntad para negociar podría llevar al país a una situación de estancamiento prolongado, con consecuencias inciertas.