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La llegada de Trump a la Casa Blanca plantea una serie de retos para Europa. Su carácter impredecible genera incertidumbre sobre cómo abordará la política exterior, especialmente en relación con Ucrania. Trump ha prometido poner fin a la guerra «desde el primer día», lo que alimenta temores de que pueda presionar a Kiev para ceder territorios ya ocupados por Rusia, lo cual tendría consecuencias significativas en un contexto donde China podría intentar una invasión de Taiwán.
Ante estas incertidumbres, Reino Unido y Francia, las dos potencias nucleares de Europa, están intensificando sus presiones sobre Joe Biden. Buscan que el mandatario estadounidense autorice el uso de misiles de largo alcance en territorio ruso, algo que Volodímir Zelenski ha pedido reiteradamente. Tanto Londres como París han mostrado disposición para que sus misiles Storm Shadow y Scalp se usen contra objetivos militares rusos, aunque esto dependería de la tecnología estadounidense, sobre la cual Biden mantiene un veto.
Una decisión delicada: escalada del conflicto de Ucrania
La posibilidad de que el presidente estadounidense dé luz verde al uso de estos misiles en Rusia conlleva riesgos. Hasta ahora, el apoyo militar occidental se ha limitado a la defensa dentro del territorio ucraniano, pero permitir ataques en suelo ruso podría escalar el conflicto. Un error, como una operación que cause bajas civiles, podría tener repercusiones graves.
Recientemente, las esperanzas de que se aprobara este uso extendido de misiles se vieron frustradas en septiembre, en medio de temores de represalias rusas contra bases occidentales. Según informes británicos, aunque el secretario de Estado Antony Blinken apoyó la medida, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional, se opuso para evitar una escalada con Moscú que complicara la postura de Estados Unidos.
Intento de consolidar el apoyo antes del cambio de administración
Londres y París aún esperan este permiso antes de que Trump tome posesión, lo cual dificultaría que el próximo presidente lo revoque. Keir Starmer se ha comprometido a trabajar con el republicano pese a que miembros de su gabinete, como David Lammy, responsable de Exteriores, han criticado en el pasado al presidente electo. Sin embargo, el plan británico de apoyo a Ucrania podría ser interpretado por Trump como una maniobra que desafía la política exterior estadounidense, lo que pondría en riesgo la histórica “relación especial” entre ambos países antes de que el nuevo mandatario asuma el cargo en enero.
El relanzamiento de las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea
El reciente viaje de Starmer a París también puede verse como un paso hacia una nueva unidad europea en la era pos-Brexit, un «reinicio» que el británico promovió en su campaña. El nuevo gobierno laborista británico busca actualizar el Acuerdo de Lancaster House, un pacto de defensa firmado en 2010 entre Reino Unido y Francia, reconociendo las crecientes amenazas de actores hostiles. puedan ser usados por la oposición para cuestionar su respeto a la voluntad popular expresada en el referéndum del Brexit.
Durante su visita, además del encuentro con Macron, Starmer también sostuvo una breve reunión con el primer ministro francés, Michel Barnier, quien fue el negociador principal de la UE durante las complejas negociaciones del Brexit.