La agencia de seguridad israelí Shin Bet admitió su fracaso al no prevenir el ataque de Hamas del 7 de octubre, tras ignorar repetidas señales de advertencia. En un comunicado, el jefe de Shin Bet, Ronen Bar, expresó que si la agencia hubiera actuado de forma diferente en los años previos y durante la noche del ataque, la masacre podría haberse evitado. “Llevaré esta pesada carga sobre mis hombros por el resto de mi vida”, afirmó Bar, asumiendo la responsabilidad por el desastre.
La investigación interna del Shin Bet, publicada el martes, reveló que varios factores contribuyeron al éxito de Hamas en llevar a cabo el ataque. Uno de los principales fue el financiamiento de Qatar a Hamas, apoyado por Israel con la intención de crear una división política entre Gaza y Cisjordania. Aunque Shin Bet estaba al tanto de los planes de Hamas, conocidos como “Las Murallas de Jericó”, en dos ocasiones anteriores, en 2018 y 2022, no detectó la amenaza. La agencia de seguridad, confiada en que Hamas no estaba buscando una escalada, pasó por alto señales cruciales, lo que permitió el mayor ataque terrorista en la historia de Israel.
Shin Bet, la principal agencia señalada por los medios y la oposición de Israel
El ataque dejó más de 1.200 muertos y 251 rehenes. Shin Bet no fue la única entidad señalada, ya que también se apuntaron las políticas del gobierno de Benjamin Netanyahu, que influyeron en la decisión de Hamas de llevar a cabo la ofensiva. Según el informe, las visitas de políticos israelíes al complejo de Al Aqsa, el trato a los prisioneros y la percepción de debilitamiento de la cohesión social en Israel jugaron un papel importante.
El círculo cercano a Netanyahu reaccionó con dureza, calificando la investigación de Shin Bet de incompleta y exigiendo explicaciones. Una fuente cercana al primer ministro acusó a Bar de no haber alertado al líder israelí durante la noche del ataque, una omisión que calificaron de “decisión básica y obvia”. Mientras tanto, las críticas aumentaron con la revelación de que Shin Bet estaba investigando a funcionarios cercanos a Netanyahu por presuntos vínculos con Qatar, lo que generó una tormenta política.
Los líderes de la oposición, como Yair Lapid y Benny Gantz, no tardaron en arremeter contra Netanyahu, acusándolo de eludir responsabilidades y culpar a otros por el desastre. Lapid subrayó que “este país ha estado despierto durante 515 días” y pidió que Netanyahu asumiera su parte en el fracaso. Por su parte, Gantz criticó la falta de liderazgo del primer ministro y su intento de desviar la culpa hacia Shin Bet.