Las elecciones generales celebradas en Irlanda el pasado viernes dejaron claro que la política del país continúa fragmentada, con tres grandes partidos en un empate técnico que obliga a la búsqueda de acuerdos complejos para la formación de gobierno. A pesar de que el Sinn Féin, liderado por Mary Lou McDonald, resultó ser el partido más votado, su victoria no se traduce en una vía directa hacia el poder.
Los primeros resultados han mostrado que el Sinn Féin obtuvo el 21,1% de los votos, seguido de cerca por el democristiano Fine Gael, con un 20%, y el centrista Fianna Fáil, con un 19,5%. Con casi 3,7 millones de personas con derecho a voto, la elección se convirtió en un ejercicio de paciencia, ya que el sistema electoral irlandés, basado en la transferencia de preferencias, deja abierta la posibilidad de sorpresas. Esta particularidad obliga a los tres principales contendientes a explorar la posibilidad de pactos entre ellos, lo que podría definir el futuro político del país.
En este escenario de empate, los tres líderes están buscando alianzas. Jack Chambers, director de campaña de Fianna Fáil, subrayó que aún es temprano para hacer predicciones definitivas, ya que mucho dependerá de cómo se distribuyan los votos entre los candidatos. Sin embargo, Chambers dejó claro que su partido no está dispuesto a formar una coalición con el Sinn Féin, el cual sigue siendo un partido controvertido debido a su vinculación histórica con el IRA. En lugar de eso, Fianna Fáil podría repetir la coalición con Fine Gael que formó el gobierno en la pasada legislatura, un acuerdo que incluyó también a los Verdes, quienes han obtenido un modesto 4% de los votos en esta ocasión.
Una encuesta de salida realizada por RTE y The Irish Times reveló que el 35% de los votantes preferirían ver a Micheál Martin, líder de Fianna Fáil, como el próximo Taoiseach (primer ministro), mientras que el 34% optaría por McDonald, y un 27% apoyaría a Simon Harris, primer ministro saliente del Fine Gael, quien parece haber sufrido una caída de popularidad durante la campaña.
El Sinn Féin, a pesar de ser el partido con más apoyo popular, se enfrenta a una gran dificultad para alcanzar el poder. McDonald ha asegurado que intentará formar un gobierno con partidos de izquierda, un camino que ya intentó sin éxito en las elecciones de 2020, cuando fue el partido más votado pero no pudo superar a Fianna Fáil por un solo escaño. En este sentido, la dirigente nacionalista ha optado por pedir apoyos en el espacio progresista, un movimiento criticado por Richard Boyd Barrett, líder del partido People Before Profit-Solidarity (PBP-S). Barrett, que ha obtenido un 3,1% de los votos, acusó al Sinn Féin de no ofrecer una alternativa real a los tradicionales partidos centristas, que, según él, han estado en declive durante años pero siguen dominando el poder en el país.
Con tan poca diferencia entre los tres grandes partidos, la posibilidad de pactos entre ellos o con partidos menores es inevitable. Los independientes, que han conseguido el 14,6% de los votos, también están en la mira de los principales contendientes, así como los partidos Laborista y Social Demócrata, que lograron un 5% y un 5,8% respectivamente. Los analistas políticos creen que lo más probable es que Fine Gael y Fianna Fáil se reúnan nuevamente en una coalición, aunque la distribución final de escaños determinará quién encabezará las negociaciones y quién ocupará finalmente el cargo de Taoiseach. Un escenario que, en caso de ser necesario, podría incluso involucrar un acuerdo de rotación para la jefatura del gobierno.