Los recientes combates entre grupos armados leales al expresidente Bashar al Assad y las fuerzas de seguridad de las nuevas autoridades sirias han dejado al menos 237 muertos desde el jueves en las provincias de Latakia y Tartús. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres, la escalada de violencia ha cobrado la vida de unos 140 civiles, 50 soldados y oficiales de los ministerios de Defensa e Interior de Siria, así como de 45 combatientes de la oposición.
El conflicto en la región se ha intensificado con emboscadas y enfrentamientos directos, lo que ha llevado a las autoridades sirias a reforzar su presencia militar en las zonas afectadas. El envío de tropas adicionales y armamento pesado a los puntos estratégicos busca contener los ataques de los grupúsculos armados leales al exmandatario, quien se refugió en Rusia tras el colapso de su régimen en diciembre pasado.
Toque de queda y refuerzos militares
Las autoridades instauradas en Siria han impuesto un toque de queda en Latakia y Tartús como parte de sus operativos para frenar la ofensiva de las milicias que aún respaldan a Al Assad. Mientras tanto, el Observatorio advierte que los combates continúan y la situación en la región sigue siendo inestable, con el riesgo de un nuevo aumento en el número de víctimas.
Desde la caída del régimen de Al Assad, Siria atraviesa una etapa de reconfiguración política y militar marcada por enfrentamientos entre distintos actores armados que buscan consolidar su control sobre el país. La actual ola de violencia en el noroeste se suma a un conflicto que, tras más de una década de guerra, sigue sin una resolución definitiva.
